Traicioné al tiempo
en todas sus medidas
y me sumergí
en la tibieza consentida
de la ventura.
Conocí el fulgor de la noche
besando una luna de miel
hasta más allá,
hasta donde siempre quise
y pude llegar.
Cambié sueños por realidades
contemplando
la amplitud de lo divino,
y allí, rozando el infinito
levanté mi dominio.
Nadie supo de mi vuelo
alentado por la osadía
de burlar el amanecer,
con el ansia colmada
de Ella.