Santas son las manos
que espolean y despiertan
el brote prominente
en la comunión de cuerpo y mente.
Corre la sangre
como frenético enjambre
en crecida vitalidad
por la nervada corteza.
Venero su imagen
que alienta la metamorfosis
al fragor del poderío
anhelante de liberación.
Podrás ver mi espíritu elevarse
en la última exhalación
y mi vestigio será blanco
fecundando el instante.