Se abraza al goce y viaja
cual marea viva
que al viento se deja
y de sueños se empapa.
El verso es su gracia,
la fe su fortaleza,
como salino es el rastro
de su alma llanera.
Sobre las rocas se recuesta
mirando el horizonte,
invocando a la musa
que se apodera de ella.
Proveyéndola con gentileza
de su ágil oratoria espontánea,
un brillo que emana enardecido
fulgente, pasional.