De dorada estaba vestida
adornada de perlas
y en su mano tenía una copa
de voluptuoso licor.
En espuma blanca se bañaba
latiendo libertina de vida
admirada en su centelleo
seduciendo sin pudor.
Suntuosa la luz de su oda
la vuelve grandiosa
como un vigoroso candil
agitándose en su interior.
Antes era agua calma
en la serenidad de su pluma
hoy ruge como tigresa
bramando el verso.