Entonces vi la poesía
con áurea prestancia,
tenía forma de mujer
y el embeleso
entre las metáforas.
Su sonrisa era plácida
cual flor de día perfumada
acariciando noblemente
a cada mirada viajera
pasajera por su estancia.
En su voz había magia
dando vida a la palabra
y abandonando la crisálida
extendió sus bellas alas
para ser monarca.