Tres vertientes
convergen en un mismo cauce
la armonía del cuerpo,
la voluntad en la fuerza de la mente,
la virtud en el equilibrio del espíritu,
triada de espirales elementales
concéntricas en un punto ígneo.
Tres gracias ofrecen sus dones
el hechizo mayor de la abundancia,
la alegría como promesa de los deleites,
y la belleza de la flor que trae la primavera,
triple dimensión de la naturaleza divina
en torno a un único ser
el mismo origen, el mismo fin.