Otra de las invitadas asiduas a mi Baile, Magade Qamar
quien llegó desde sus Mundos azules
trayendo su magia y la cuota infaltable de pecado.
Mi gratitud Mi Estimada Magda por estar una vez más.
Beso dulce.
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Hace unos horas me llegó la invitación. Es personalizada y hecha con mimo y cuidado. La verdad es que es uno de esos bailes esperados desde que se acaba porque danzan los deseos, las manos se unen y el movimiento de los brazos dibujan abrazos. Un baile de esos donde el Señor de la Casa disfruta de la compañía de sus invitados, agasajándonos con el mayor de los respetos, con el cariño tentado en su sonrisa, con sus formas hechas en detalle... Es un baile donde reina magia y un algo de picardía, un tanto de brindis y el ágape de mil pasiones convidadas.
Más allá del bosque, más allá del finito de los árboles, más allá del crujido de mis huellas, se abre la puerta enrejada de una gran mansión donde esta noche se celebra el Baile de Máscaras que, organizado por el Señor de la Casa, Dulce es su nombre; pone punto y final a un año y abre paso a uno nuevo.
Ahí, con mis mejores galas, me presentaré para disfrutar de la velada y acabar el año de la mejor manera posible, para empezar el nuevo con espíritu renovado y con las personas que, de algún modo, nos somos y nos estamos, que saboreamos los regustos que dejan las palabras que forman versos y conjugan historias. Ahora, empecemos a pensar en disfrutar del baile y de este bonito sentimiento que es la amistad, el compañerismo y, por qué no, un poco de erotismo y sensaciones que vayan a ras de piel para comulgar un poco más allá.