En virtud de los deseos
que despiertan con impaciencia
el más dulce de los placeres,
se crispan sus girones y se yerguen
honrados ante el favor del goce.
Con el temblor de los anhelos
propagado por la tersura
como estío que riega lo fértil,
se torna fervorosa
al abrigo de la locura.
Se curva, se alza,
y mío es el reino de su cielo
que va dejando la huella cristalina
de tan lúbrico vuelo.
que despiertan con impaciencia
el más dulce de los placeres,
se crispan sus girones y se yerguen
honrados ante el favor del goce.
Con el temblor de los anhelos
propagado por la tersura
como estío que riega lo fértil,
se torna fervorosa
al abrigo de la locura.
Se curva, se alza,
y mío es el reino de su cielo
que va dejando la huella cristalina
de tan lúbrico vuelo.