A menudo que retornaba a casa al filo del alba paseaba por esas calles tan poco concurridas, y siempre en ese recorrido no podía evitar detenerse ante aquel castillo tenuemente iluminado. No era miedo lo que sentía al contemplarlo, sino más bien curiosidad por descubrir aquellas historias que se contaban de ese lugar. Algo allí despertaba en ella sensaciones que la inquietaban.
De pronto, en medio de esa contemplación, fue interrumpida por un carruaje que velozmente ingresó al jardín tras las altas rejas que cercaban tan imponente lugar. Fugazmente alcanzó a vislumbrar una mirada por la ventanilla, casi un fuego en esos ojos que la recorrió al instante.
Así acontecía muchas veces en sus paseos matutinos, hasta que en una de esas ocasiones, el carruaje se detuvo ante su asombro y otra vez pudo ver esos ojos que parecían ser del mismo diablo. Se abrió la puerta y sin pensarlo siquiera subió al carruaje siguiendo su impulso.
Instantáneamente se vio sumergida en una escena de ensueño cayendo rendida ante esa mirada tan penetrante. Seducida se dejó llevar al castillo como tantas veces había imaginado al observarlo desde fuera y recordando alguna que otra historia transmitida de boca en boca por los lugareños.
Una vez dentro, su corazón latía apresurado mientras subía por las escaleras forradas de terciopelo, sintiendo en el pecho las sensaciones in crescendo. Así fue hasta llegar a la habitación donde parada frente a ese hombre se dejó acariciar sintiendo el ansia que la incitaba. Su vestido negro cayó hasta el suelo y su cuerpo quedó expuesto a los placeres que él dispusiera.
El tiempo fue nada, los cuerpos tomaron diversas formas, tantas como la lujuria creaba. Él la reclamaba, ella se entregaba suplicando arder en sus infiernos. Poseída en la intensidad levantó su cabeza y arqueo su espalda, fue cuando sintió su fiereza clavarse en ella.
Despertó entre el vaivén del carruaje pensando que aquello había sido un sueño, las imágenes eran tenues en su memoria, aún confundida llevó la mano a su cuello y sus dedos toparon con el collar que lo cubría por completo.
Le había robado su espíritu y profanado su carne, había muerto por él y a la vez renacido.
Relato que forma parte de la propuesta "Impulsos"
para el blog "Paraíso de Letras" de Ginebra Blonde.
También publicado en "Lovely Bloggers" bajo etiqueta © DUlCE.