Quién sabe del preciado tesoro que guarda en lo abisal lejos de un haz de luna. Qué ignota fantasía la envuelve por las noches con aroma de fresco laurel. Qué oráculo descifra su imagen dibujada por los designios del deseo. De qué libro, de qué pintura, de cuál poema se ha fugado aquella ninfa embrujando al tiempo que no logra alcanzarla.
Devela ante mí la naturaleza majestuosa que depreda la mirada, deslumbra y ciega soles con el esplendor de tu elemento, rebosando al desbordar tus copas enarboladas. Muéstrate oferente ante la bacanal desatada que aviva mi boca, que al calor de las brasas arrebataré todo pudor que oculta tu indecencia, adueñándome entre el crepitar de tus embriagadoras bondades que saben a néctar.