Excelsa
se pronuncia su belleza
tan cierta en su gracia fina
como evidente
ante los ojos que deleita.
Emerge como obra
que conjura coquetería y delicadeza,
que aún despojada de pudores
nunca pierde su innata elegancia.
Y en el hipnotismo que la subyuga
llevada por sensaciones
se vuelve jardín de placeres,
flor de día, flor de bien
que de fuego estás hecha.