Envoltura.

Los dedos son azuelas

por la corteza de la piel,

reflejo instintivo

al sentir lo pétreo

golpeando en lo profundo

como un persistente latido

para desfallecer

en un cauce aluvial,

fundidos en el sin aliento

al cobijo abrasador

de esta envoltura que blinda

tu carne y la mía.

Elisea.

Se desborda generosa

en carnales visiones

solazando la mirada,

todo lo que brilla

es su fecundo reino

de bonanza y albura

donde el rumor de los besos

se hace fresca lluvia

feraz sobre los astros

esplendorosos en su seno,

con el ansia que muerde

arrancándoles el corazón

a cada suspiro.

Regente.

Me elevo

por sobre su horizonte

como regente que todo lo ilumina

siendo voz latente

de un lazo que doblega

y de los labios libera

lo nunca antes pronunciado.

Si yo digo sí, ella asiente

cautiva de mi palabra,

adicta a mi juego perverso,

porque solo yo conozco

cada reacción

que ante mí la delata

y que descubre a través de mi mirada.

Y en la alquimia de los placeres

es elemento conductor

para la maestría de mis manos.