Era azul
como un cuerpo de cristal
en inmutable sosiego
sin saber de su condición.
Hasta cobrar vida
en el palpito desmedido
y ávido de urgente efusión,
con el poder del mismo fuego
en dorada proclamación.
A los pies de un Dios
que bajo diluvios la creó
cubriéndola de esplendor.