Soy ante ti
la viva imagen
del fuego desatado
avivado con vehemencia
por el ondular de mis caderas.
Soy luz vigía de tu curiosidad
y de ella hago mí razón
para atarte a mi fortaleza.
Puedes verme crecer
al fondo de tus visiones,
ultrajando tus noches
de impúdicos sueños
y sucumbiendo
al yugo frenético de mi lascivia.
Mírame y verás,
siénteme y creerás,
hazme alabanza pertinaz
desde la imperiosa invocación
que nace en tus afanosos labios.