"Un año más recibí la invitación para el Baile del Salón de Dulce"
Confieso que no pude resistirme abrirla en el momento, el mensaje ya lo decía todo... mmm... una máscara, ese abanico y disfrutar de los placeres, algo así no se puede dejar pasar.
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Llegó el día tan esperado, aunque me gustó improvisar...
Esta vez tenía ya calculado irme a una estación de metro,
es cierto un caos o falta comodidad, pero luego bebes un poquito
y la verdad que preferí ir a lo seguro.
Entré en la estación, mi cara de oh no !! cuando intenté pasar el bono del metro y estaba caducado. Empezamos bien pensé.... con ese nerviosismo que me recorría todo el cuerpo, de imaginarme allí mismo en aquel salón.
Llevaba un vestido rojo, sencillo... a su vez elegante.
De raso, dejando marcar mis formas, un escote triangular, mi melena larga azabache, unas ondas y un adorno a un lado del pelo.
Era mi esencia engalanada de esas curvas que seducen como su invitación.
Al abrirse las puertas del metro para acceder, se me quedó enganchado el bajo del vestido, así que imaginar mi cara.... de trágame tierra jajaja...
Me sentía como Pretty Woman en la escena de la ópera.
Ya... llegando al Castillo de Dulce... me temblaban hasta las pestañas de la emoción, se abrieron las puertas enormes, con unos pomos en cada una, de dos leones.
El tan caballero, me recibió tomando mi mano,
con un beso deslizando sus labios sobre ella y un guiño.
Sus ojos me atravesaron, me desnudaron de arriba abajo,
como un incendio ardía mi interior, esa conexión de pupilas retenidas sin poder apartarnos el uno del otro.
Mientras.... no pude evitar morderme mi labio inferior.
El baile empezó, todas bellas con sus vestidos, sus peinados y esa música de fondo, sonaba nuestra canción...
Las máscaras eran destellos, me sentí como en un sueño, resucitada como brisa cada vez que él se acercaba, sus manos rozaban mis caderas, bailábamos sintiendo, enardeciendo nuestra codicia, con el roce de su boca adosada disimuladamente a mis comisuras, pintadas de rojo carmín.
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Llegó la hora de brindar, sentí un escalofrío cuando cruzó sus brazos con los míos.
Alzamos las copas, brindando por los deseos y felicidad ante todos los invitados!! El baile sucedió.... con una intensidad indomable, entre risas, miradas y demonios libertinos... queriéndose escapar.
Mi pensamiento me traicionaba me decía .... Cora, ya es hora de volver, no podía despegarme de ese ritual, de instintos inconscientes aún a altas horas ya de la madrugada.
Aquella locura me podía, cual embrujo adueñando mis sentidos.
Dulce como buen caballero, cuando ya todos abandonaron el salón, me invitó a pasar la noche en su castillo.
Su proposición era insistente, por sus cuidados... me decía... por lo que me pudiera pasar de puertas afuera, sola...en una noche como ésta.
Me puso un collar,
una cinta roja vendando mis ojos y me dijo ven...
(dejé caer el abanico de mis manos...)
Confieso que por mi pecho corrían latidos incesantes, en taquicardia, ansiosa de su voluntad, bebimos y bebimos...
Hasta desfallecer entre sus brazos.
Desperté sola, con su olor impregnando todo mi cuerpo, rodeada de pétalos rojos,
entre sábanas de sedas blancas arrugadas.
Dulce me esperaba con el desayuno en una mesa repleta de detalles, velas encendidas, tazas de café y una bandeja plateada llena de pastas y dulces.
Dijo sonriendo... dormiste bien?... contesté sonrojada ...sí...
......
Que pasó?... ya de nada me acordaba. :)
(©Cora)