Dio el sí
liberándolo desde el silencio
atizada por el ímpetu constante
de renunciar a la inocencia.
Con paso seguro
convocó mil huracanes,
confabulando carácter firme
y vivaz imaginación.
Vestida de albura
inclinó la balanza a su favor
faltando al juramento
de ayer y siempre.
Hoy mira tras un velo su destino
y aun cuando nadie antes tocó su cuerpo
yo domé su alma en una ceremonia
de inicio y posesión.