Miedo al encuentro incierto
con las horas gastadas,
al frío de las inútiles promesas,
al beso traicionero
y a la sonrisa que se esfumará
al decir adiós.
Miedo a los años
que van dado la espalda
huyendo del tiempo
para no volverme a mirar.
Y al cerrar los ojos despertar
sin vanos arrepentimientos
sintiendo en mí
la transformación de ser
etéreo, astral
cuerpo luminoso sin final.