Reposa las rodillas
en el altar profano
de tus placeres ciegos,
eleva el rostro
hacia el dorado faro
de tus verdaderos anhelos.
Invoca la bravura,
sorbiendo fuerza y sabiduría
del avatar de tus sueños,
custodio de los secretos
nunca liberados
de cadenas y juicios.
Majestuoso ante ti,
poderoso animal divino
celador de tus infiernos
y de los mundos
equilibrados en la alquimia
de la noche y el día.