Era antes de ser
el augurio de vuelos
por impenetrables dédalos
que estallan tras la intuición.
Una indómita sonrisa
orlando sus comisuras
apropiándose de la calma.
Como fatuo fuego
que encandila miradas
incendiando los afanes
de quien persigue su llama.
Más nadie descifra
el enigma que palpita
en su inmaculado jardín,
aquel que la reclama
en cada urgente plegaria.