Romper con fiereza
la oscura profundidad
de tu inexplorada noche,
atravesando la latitud
de tu dorsal vencida.
La mirada oculta
sin halagos ni clemencia
haciéndote vulnerable
a la autoridad que viola
tu ardoroso vicio en celo.
Para que de tu boca se libere
entre impúdicos gritos
el nombre perpetuo
que por propio mérito
Yo te confiero.