jueves, mayo 16, 2024

Lunaroja en La Habitación Violeta II.

Aceptar los dulces retos es un desafío y supone entrar a los Dominios del León. Así acudió a la cita retándose a sí misma, pero cuando entró en La Habitación Violeta, se desarmaron todos sus esquemas.
Y así fue la segunda sesión ...


Mi Gratitud Lunaroja por aceptar el desafío.
Besos dulces.

J(F)UEGO PROHIBIDO

Acepté el reto.

Iba a jugar a su manera, a pesar de que era algo que no me atraía demasiado ,pero, me dejé llevar por ese típico “y porqué no?

Éramos una fusión entre polos opuestos y a la vez totalmente parecidos , así que la cosa prometía.

Quizás fue eso lo que me enganchó a aceptar esta especie de desafío. Pura cabezonería. Así que no muy convencida acudí a la cita en la casa del León.

Por lo pronto yo había ido dejando caer mis condiciones, mis límites (más bien cortos).

Él sabía que no me gustaba el dolor físico, ni el sentirme sometida, y todos esos juegos que tanto le gustaban, conmigo tenían poca chance. Acepté porque él aceptó respetarlos.

Por suerte mis pensamientos se detuvieron de golpe, apenas Él abrió la puerta.

Me sonrió y me invitó a entrar, me sentí súbitamente tímida… (tímida yo?) Nuevamente me obligué a soltar el control, si no, no funcionaría nada.

No crean que hablamos mucho, todo era un acuerdo de miradas, que por suerte me ayudaron a relajarme y a fluir.

Tanto fluí que cuando me quise acordar estaba desnudándome y León, me miraba con una semi sonrisa “comprensiva” mientras encendía una vela de un hipnótico aroma a miel que se esparció por todo el espacio.

Claro, debería disfrutar muchísimo de verme casi avergonzada, porque no era yo la que tenía el mando.

Me recosté en la cama de ese cuarto semi oscuro, su misteriosa estancia con todo lo que ofrecía para el placer.

León se acercó, colocó la aromática vela en la mesilla y comenzó a acariciarme la pierna desde los dedos del pie a la ingle, apenas sugerido diría… apenas un toque cálido.

Me tomó las manos, y con un movimiento rápido y delicado, me colocó un par de esposas, una en cada muñeca, atrapando mis manos a cada lado del cabecero de la cama. (Eso estaba permitido)

El silencio era atronador, solo se oía nuestra respiración y apenas, unas palabras en susurro.

(Creo que no hacía falta mucha explicación)

Lo curioso es que me di cuenta de que me empezaba a gustar ese jueguito (que yo creía que era un jueguito) de sumisión.

Y lo más curioso aún fue que empecé a darme cuenta de que me excitaba.

No pasaba nada pero estaba pasando de todo, al menos en mi mente, en la piel y entre mis piernas.

Con una semi sonrisa mental me di cuenta de que a él también le estaban pasando cosas, pero como ninguno decía nada, era casi más sexual que si estuviéramos tocándonos.

Por fin rozó mis pechos con algo muy suave, de color púrpura… era sedoso y cálido, y toda la piel se erizó. Tomó con delicadeza mi cabeza y rozando mis mejillas con ese satén, me puso un antifaz que me dejó en la más absoluta oscuridad. (Y esto? Estaba pactado? Ni recordaba…)

Como si oyera mis pensamientos me dijo que me tranquilizara, que nada sería desagradable para mí. Confié, sabía que sería incapaz de hacerme nada que Él supiera que no me gustaría.

Lo sentí inclinarse, casi colocarse sobre mí, sentía su piel caliente, sus músculos en tensión, sosteniéndose sobre sus brazos, y rozándome todo el cuerpo.  Su erección abriéndose paso con firmeza debajo de mi vientre.

Yo sabía que eso no era todo.

Entonces se inclinó y me dijo al oído que sentiría algo especial en mi piel…

Mi respiración se agitó, eso sí que no sabía que podía ser. No sabía si me gustaría o no,pero, ya no había como deshacer esa madeja de deseo. (Y sí, me dije…me gustaba)

De pronto sentí que algo caliente comenzaba a gotear lentamente y por diferentes sitios en mi piel. Algo ardiente, pero, que no quemaba hasta el punto de decirle que ahí se acababa el juego.

Esperé anhelante. Una gota en el cuello, más gotas en mi pecho, en los pezones, bajando y bajando hasta el puente de mis pies.. todo mi cuerpo oliendo a esa maravillosa cera de miel….

Súbitamente comencé a sentir su lengua recorrer en sentido inverso el recorrido de la cera…desde el puente de mis pies en un exquisito ascenso.

Su lengua?

Se estaba comiendo la cera? Esto era más de lo que podía imaginar… oía su risa, sentía su tacto,sentía su saliva  caliente recorrer el sendero de las gotas. La lucha entre mi mente y mi excitación se resolvió en cuanto su lengua rozó mi sexo.

(Si le gustaba comerse la cera, no sería yo la que se lo impidiera, a esa altura de las cosas)

Dejé de pensar y especular, y me rendí a esa lengua devoradora que repartía gozo, y calor por todo mi sexo.

Me sentía poderosa, a pesar de mi situación de vulnerabilidad y me dejé avasallar por esa ola de placer en un orgasmo exquisito, a oscuras, pero plena con todos mis otros sentidos explotando en todo mi ser.

Ël se retiró y yo como una ciega le pedí que no se fuera, que me liberara de mis esposas y me devolviera los ojos,para poder “retribuirle” con creces el placer.

Pasaron los minutos y yo expuesta y desnuda, sin poder moverme esperé.

Cuando por fin, liberó mis manos y mis ojos…vi en su mirada, esa expresión tan de lobo (no de León por más que le encantara que le dijeran así) conservando la calma frente a su presa a pesar de su excitación más que evidente.

Bajé los ojos hacia sus manos y en ese momento se resolvió el enigma de la cera.

Entre sus dedos,un pequeño cazo de cobre antiguo, lleno de miel caliente que con un pequeño gotero de cristal, había ido dejando caer gota a gota lo que yo creí era la cera de la vela aromática.

Dejó a un lado el artilugio, lanzó una carcajada al ver mi cara de asombro y, me ordenó que me pusiera de espaldas y levantara las caderas. Cogió mi melena tirando de ella como si fueran sedosas bridas y comenzó la segunda parte del juego.

(El resto, que lo cuente Él)


© Lunaroja

lunes, mayo 13, 2024

Ginebra Blonde en La Habitación Violeta II.

La cita estaba pactada en La Habitación Violeta ...
Los tacones marcaban su andar ansioso al subir por las escaleras y tras cada escalón iba dejando una prenda. Cuando por fin cruzó la puerta, encontró mi mirada y la primera sesión inició ...

Mi gratitud Querida Gine por acudir a mi llamado.
Dulces besos cariñosos. 


QUIETA

Quedarme quieta no era sencillo... Aún menos, cuando desde mi hermético mutismo y la venda de mis ojos, solo se me permitía desarrollar, de momento, el sentido de mi oído escuchando el caliente susurro de tu gemido y el tacto de tus firmes manos sobre mi expuesta piel.

Para ambos era más que un juego; era una forma de vida que nos convertía en una bomba de relojería a punto de explotar a cualquier hora del día o de la noche. Ya no era suficiente con hacerlo en nuestro mundo; ese a cal y canto donde retozar entre sábanas de raso...

Sentir ese otro mundo violáceo e inmerso en una atmósfera plenamente excitante sabiendo de los límites que allí deseaba traspasar, era un libidinoso reclamo; una invitación a mi entregada voluntad que no podía obviar.

Y lo hice… Caí presa de tus maestras manos:

—Quieta —me dijiste. Y detuve hasta mi aliento.

Sólo mis zapatos negros de tacón de aguja como única prenda, y mi cuerpo cual racimo de emociones titilando, conformaban aquel escenario que me hacía enloquecer de deseo.
 
Reposé mi pecho sobre aquella tarima de piel con sujeciones. Mis labios, henchidos y verticales, eran tempestad que gemían y palpitaban sintiendo el ardor y la tenue luz de aquella habitación violeta penetrando(me); pero era pensar en el fuego de tu mirada clavada en mí, lo que me hacía temblar, desearte y no poder mover ni un solo músculo como me ordenaste. Y eso, aún me provoca más... Esos tempos que tú marcabas en cada exacto momento en el que, sabías… me derrumbaba…; clamaba más intensidad; más de ti y tu fiereza acicalando mi piel con las rojeces dilatando mi efervescente placer.  

Y así fue…

Así llegué donde y como tú deseabas… Fui en ti; y tu húmedo beso fue la rúbrica en mis labios... aún palpitando.
 

© Ginebra Blonde

miércoles, mayo 08, 2024

Orlada.

Ninfa de las ensoñaciones
tú que conviertes páramos
en vergeles de colores
cuando el deseo dibuja
tu figura en el aire
orlada entre los versos
que nacen en tu nombre.
Sé que el cielo cristalino
reverbera en tus ojos
y encandila demonios
seducidos por la fertilidad
que desprende tu existencia
al expandirse sin tiempo,
embriagando sin mesura
a quien se pierde ciegamente
en tu cautivante laberinto.