No hay imposible
cuando la gracia levita
rasgando el aire,
abriendo el cielo
con la sutileza de la hermosura
convertida en bailarina.
Suspendida en el momento
hialina figura
que ondula
perfecta
ante la mirada.
No existe gravedad
cuando la tormenta se desata
y eléctrica se contorsiona
reflejada entre cristales
cual valquiria a lomos de lo etéreo
crepitante como flama.