Cuando mi noche despierta y tú te vistes de musa para mi
ataviada elegantemente con el orgullo de ser inspiración
labios de carmín, pelo azabache y una mirada que conquista
mujer delicada ante quien despliego una alfombra de rosas.
Es por ti que el amante desafía la fría distancia
y se rinde dócil cuando le concedes la palabra esperada,
aquella que consiente el momento perfecto
para poseerte con lujuria desatada.
Porque envolverte con simples detalles como seda
es querer seducir tu cuerpo con dulce aroma
es buscarte en la profundas caricias de pasión inflamadas
y ver el goce pleno destellando en tu mirada.
Y tú, al igual que las estrellas fulgurantes
llena de posibles deseos por soñar,
te haces parte de mis manos irreverentes por tu vientre
que buscan el punto en que el roce se haga en ti agua.
Porque cada palabra que encadena a una caricia
es una forma de besarte y a la vez una marca que quiere en ti grabarse,
es así como de ti bebo, es así como alcanzo tu cuerpo llenándome de ti
donde mi boca se vuelve más humedad al saciarse de tu miel.
Y mi piel me dice que la suerte es sentirte
ahogado en ti como un niño flotando sin culpas
porque sólo así no hay límites
cuando soy un verso susurrante y en tu oído jadeante.