Juro que sentí
el terciopelo de su tacto
a cielo abierto como efecto narcótico
y lo más imposible fue cierto.
Juro que cuando me sonrió
no existió nada más
y vi sus alas dispuestas para volar
conmigo a su lado.
Juro que latía en ella la vida
cuando me mostraba
su alma enteramente descubierta
y la emoción de su llanto brotaba.
Juro que era todo cuanto dije
y que sigue siéndolo.