Y ella dice amén
envolviendo su plegaria
con el adagio de un canto llano,
sabe elevar el verbo
con la elegancia de quien se mueve
a placer y libre
por la urdimbre de las palabras.
Ella pinta escenas
que sólo la mente ha de retocar
para llegar a ser provocada,
superponiendo tonos y matices
atrae con descaro y osadía
los sentidos más dormidos
consumando con deleite su intención.
Ella se inspira
libando la savia del verso,