Cómplice es el roce
de la caricia traviesa
que desviste la ternura
meciéndose en suave cadencia.
Candor y fuego
se entrelazan en un juego
de curiosidad perversa
por descubrir lo nuevo.
Y al saborear el goce
se hacen mayores sus virtudes
anticipando a la mirada
su eviterna inocencia.