A pelo cabalga
sobre el bravío semental
que fustiga y encarcela
entre sus blancos muslos.
Se alza con vehemencia
y se envara en mi falo
que rasga
la seda
de sus gemidos.
Hembra en doma
al fragor triunfal
de cada acometida,
embravecida
grita mi nombre
liberando su sentencia
que desborda e inunda
la celda carnal
donde gozo mi cautiverio.

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“La belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma” (Voltaire)