En el fondo de tu jardín
vislumbro la rosa milagrosa
que ha de brindarme la vida
desde su llanto.
Y entre tus alas extendidas
encuentro el corazón
en el cual he de clavar mi daga
para verte desfallecer
rebosante de latidos.
Una estrella al sur
escondida entre perfiles
también reclama con sed
el fuego de mi llama.
Aquel que ha de grabar
que nada alberga lo imposible
cuando de ti lo pido y quiero.