Mora la noche
en horas que aúnan sueños y realidades
en la ausencia de bruma,
en la presencia de tu aroma
que destila sensualidades.
Mora también mi esencia
en cada rincón de tu estancia
como un arrullo en el aire
esparcido en la obscuridad silenciosa.
Antes del amanecer,
crecerán extremidades en tu espalda
para encumbrarte en tu viaje
hasta el llamado que te conjura
y al que acudes sin renuncia
consumando el encuentro,
trayéndome el primer pensamiento
esperado cada mañana.