Juguete predilecto
de mi malicia de niño,
sitio de mi recreo,
regazo donde se acunan los sueños,
donde los dedos trenzan
pasiones entre mi pelo.
Turgencia maleable a mi antojo
que en cada caricia prodigada
se hace grande en el fervor
alimentando lo insaciable
que encuentra alivio en sus cimas
altivas, generosas y ofrecidas
al sabor del calostro tibio