Se alimentan los ojos
vorazmente
en la súbita codicia
en la súbita codicia
de contemplarla.
Su boca insinuante,
rebosante en color sangre
parece pronunciar
palabras inquietantes.
Enciende la conciencia
con la llama sagrada de su riqueza,
con el frescor genuino y atrevido
de su sola presencia.
Errantes son los pensamientos