Caí herido, vencido, extenuado por la batalla, sentía que me faltaba el aire, que mi corazón dejaba de latir poco a poco, mientras el bullicio aterrador se iba diluyendo. Con la mirada perdida en el cielo sobre mí vislumbré una cegadora luz y solo pensé en Ella, en todo este tiempo en la distancia, entonces creí oír su voz por última vez...
Abrí los ojos, y a pesar de haberme quedado dormido aún sostenía el libro que hasta hace unos minutos leía. Las esperas nunca han sido de mi agrado y tal parecía que mi cita había tardado más de lo presupuestado. No suelo llevar reloj, por lo que levanté la cabeza para mirar el que estaba fijo en la pared, al hacerlo y casi volviendo a la realidad al mismo tiempo, oí aquella voz, esa voz que me parecía tan familiar. Giré mi cabeza y la vi sin poder quitar mi mirada de Ella, casi como un acto reflejo, Ella dirigió su atención hacia mí esbozando una sonrisa.
Caminó hasta donde yo estaba y tendiendo su mano me saludó, Señor Vlad? siento la tardanza ...
"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte..."
© Dulce
Relato que forma parte de la propuesta: "Alicientes"
para el blog "Paraíso de Letras" de Ginebra Blonde.