domingo, febrero 02, 2020

Máscara.

Cuando la noche se ofrece
eterna y vestida de fiesta
con su banquete dadivoso
de fascinación y misterio.
Se ilumina el salón
revelando el jubilo en los ojos
que como vivos candiles
se encienden de deseo.
Tras la máscara esplendorosa
que engalana la belleza
dulce es el encanto
encarnado en cuerpo de mujer.
Labios de ambrosía
que la sensualidad predican
y la beldad voluptuosa
que bajo el corsé rebosa.
Fragante de gozo se presenta
tendiendo su mano dispuesta a danzar
el baile de los infinitos placeres
sin desear que la mañana llegue.

sábado, febrero 01, 2020

El Baile por Mónica ...

Cuando parecía que el Baile terminaba,
bajo la luz tenue del Salón, un intimo encuentro acontecía.
Y así nos lo cuenta Mónica.

Gracias Moni por unirte al Baile.

Dulces besos.

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Dejarse enredar (I)

Y con la resaca verlo todo claro, como en un tráiler cinematográfico.
-Búscate un traje de época y una máscara. Este año nos apuntamos al baile del casino.
-¿Es estrictamente necesario?
-¡Por supuesto!
Mis primas y sus brillantes ideas.



Llevo en la barra el tiempo de dos caipiroskas. La peña le da al reggaeton. Aún me falta algo más de vodka para entender cómo se lo hacen con esos trajes.
-¡No te he visto bailar Moni!
Me grita una de mis primas, rebotando contra la barra.
-Estabas demasiado ocupada con ese grandullón...
Pero ya no está, salió rodando de nuevo hacia la mole de cuerpos alucinados de bachata. Dos tragos más y me piro.
-Estáis muy sola, señora.
La voz caracolea entorno a mi cuello, discretamente se extiende por el escote del vestido y regresa a su dueño, a mi espalda.
-¿Os parece, caballero?
-Me lo parece, sí. Y tratándose de vos resulta imperdonable.
Reconozco su aroma, esa fragancia tan suya, inconfundible allá donde te encuentres, sobre todo cuando la has tenido casi encima, como ahora mismo.
Sin dejar mi copa, doy la vuelta y le encaro. Tras la máscara veo la suya, afilada sobre el rostro. Cicatriz de metal que seduce, que llama. La sonrisa provocadora invita a lamer esos labios cortados al bies.
-¿Os apetece bailar?
Asiento con la cabeza, tengo curiosidad por saber qué planeó.
-Seguidme pues.
Se escabulle de la barra y escapo tras él. Sorteamos el gentío, a veces me envuelven brazos ajenos y me zafo de ellos. Lo veo enfilar las escaleras que conducen al piso reservado únicamente a los jugadores vip. En el salón abierto, se atenúan las luces, el ritmo lo marcan las caricias vehementes de los que buscaron un rincón para amarse. Él me tiende el brazo, mi mano recala sobre la suya. Minué a dos, vaivén que nos orilla o aleja siguiendo el deep house del momento.


Y el temor a ceder es inmensamente proporcional al deseo que aúlla bajo las enaguas. No quería este chance con él y lo busqué, como adicta al veneno que soy. Que bailemos un tema después de otro, que roce su piel, que sienta sus manos silbando sobre el corsé... me compromete, le compromete... 
Rodear su nuca con mis brazos, adentrarme en él, atraída por el lado oscuro tras su máscara, solo aceleró lo evidente.

© MONICA

viernes, enero 31, 2020

El Baile por Mujer Virtual II ....

La puerta del Salón se cierra, dentro quedan los secretos
de las noches de fiesta, y los susurros que reverberan en Mis Dominios.
Las invitadas llegaron, algunas perdieron el camino, 
otras se perdieron en las laberínticas habitaciones.

Junto con lucir la participación de Mujer Virtual,
también vuelvo a agradecer a todas quienes asistieron 
y dieron vida a mi Baile aportando su magia.

Gracias Mujer Virtual por llegar a la fiesta y dar cierre al Baile.

Besos dulces. 

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Noche interminable

" Te veo mañana "
" ¿ Por qué no hoy ? "
" ¡ Mañana ! "

Lo vi asentir mientras lo recorría con la mirada. Quería disfrutar la espera, como esa euforia que, cuando sabes que está a punto de llegar, la detienes.

Lo observé por última vez antes del martes. Tenía el cabello castaño y revuelto, las manos largas y fuertes, la mirada interrogante, una leve sonrisa perturbadora, me hacía creer que tenía el mando, era peligroso y lo sabía.
Esa noche intenté dormir con su nombre dando vueltas en mi lengua y su imagen alborotando mis pensamientos.

La noche de martes, la última del año cayó lentamente, me puse un vestido largo, negro y con detalles en encaje, zapatillas de punta de cielo, el cabello alborotado en un medio recogido.
Llegué tarde, me abrazaste intentando calmar el ritmo acelerado de mi pulso.

El castillo estaba iluminado con luces tenues, el pulso se armonizaba con la melodía que envolvía el ambiente, el sonido era hondo, estremecedor, como si brotaran del recinto las notas musicales.

Te vi sonreírme, te vi departir con júbilo entre tantas invitadas, música, vino, damas cinceladas en delicado antifaz, noche interminable, ardiendo en la oscuridad e incrustándose en mi pecho.

Con un poco de retraso
Gracias, Dulce, por tan cálida invitación