Céfiro.

Desde el principio

atravesando los tiempos de caos

como céfiro que surca

encontrando su fuerza.

Hasta el fin

del deseo, del sueño,

de la magia

que pacta con su sentimiento

esa luz que muestra el camino

a la vida que devuelve la sonrisa

como sabia respuesta

esperada y merecida.

Viva.

En cada sensación

que la agita como viva marea

se aferra al estandarte que

al goce la encadena,

como cada ola tempestuosa

que sacia su sed

con poesía y espuma.

Así besa al mar que cautiva

solicitando su brillo,

convocándolo con la voz

del verso triunfante

en sus labios de sal.

Capital.

Entre la noche y el día

era un sueño, era la verdad,

era lo divino que aguarda

en los dones de la gracia.

Era una, era dos, tal vez más,

era la suma de las tentaciones

el mismo sabor de la sangre

que bebo entre sus cálidos sudores.

Era lo impuro y lo virginal,

era cielo, tierra, averno,

la fusión de los elementos

en los corazones entrelazados

palpitando como uno.

Era piel de albero,

amén y vanidad

distintos nombres

para un mismo fin

de vicio capital.