Quinta sesión en La Habitación Violeta. En silencio subió cada peldaño de la escalera que la llevó a La Habitación Violeta y tras su puerta vivió el despertar de los placeres que marcan dulcemente.
Mi Gratitud Verónica.
Besos dulces.
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Marcas
La escuchó pronunciar un verbo, como un lamento, Aline se envolvió en la toalla mientras su mente se inundaba con solo un pensamiento, "Una batalla es un desierto, pero hasta en el mismo desierto existe vida y movimiento".
Aline se vistió de negro y volvió a colocarse frente al espejo, observó su rostro ensombrecido por la oscuridad de sus ojos, su cintura ceñida con el delgado cinto estilizando su silueta, sin lenguaje, tomó su bolso y emprendió un camino sin retorno.
Afuera la esperaba un auto, abordó segura de sí misma, como nunca antes, sus movimientos eran suaves, como lo eran sus pensamientos, se sentó en el asiento trasero y cerró los ojos cuando el auto se puso en marcha, los recuerdos vinieron a su mente del momento en que lo conoció, las charlas, los discretos roces, su mirada profunda enmarcando su leve sonrisa, su voz que al escucharlo, suspendía todo su mundo, un estremecimiento la sacudió volviéndola a la realidad cuando el chofer le informó que habían llegado a su destino.
Él le abrió la puerta, estiró su mano y esperó paciente a que Aline reaccionara, no había dudas, pero si las hubiera, en ese momento se disiparían, pasaron al salón y hablaron, era evidente que Él trataba de hacerla sentir cómoda.
Su voz, su mirada, su cuerpo, sus movimientos, todo sugería, cubrió sus ojos y la besó en silencio, no hubo resistencia, pasaba la media noche cuando entraron a la habitación violeta, llevaba las muñecas hermanadas y un beso tan profundo, que rellenó todas sus grietas.
Las horas siguientes se sucedieron como en una bruma, entraba y salía de la realidad, se sentía protagonista y espectadora, como si cuerpo y alma en momentos se separaran y al unirse, lo hacían con fuerza. Despertó a su lado, un estremecimiento la desbordó al ver las marcas en su cuerpo, vestigios de una noche sin freno.
Ahora lo sabía, toda su vida, los pasos anteriores, todo la había preparado para ese momento... con Él como Su Dueño.
© Verónica