Desde niño soñaba con viajes más allá de lo que sus ojos podían ver, sus padres se sorprendían ante su curiosidad y ante aquellas preguntas que no podían responderle. Nadie en la aldea había ido demasiado lejos de allí, solo se contaban historias de monstruos que devoraban a los navegantes que se atrevían a surcar los mares para pescar.
Pero ninguna historia logró quitarle la idea de la cabeza, fue creciendo y alimentando la ilusión de un día viajar. Conforme construía la embarcación pensaba en descubrir nuevos lugares. Nadie daba por hecho de que pudiera ir muy lejos. Sin embargo, el día llegó y acompañado de algunos intrépidos e inexpertos marineros se hizo a la mar.
Su travesía duró meses y al regresar contó a su pueblo las aventuras más allá del horizonte y les mostró el mapa que había hecho sobre una tablilla de arcilla, el primer mapa que registraba las nuevas rutas que los llevaría a otros destinos en el siguiente viaje.
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