Espinas
atraviesan sus botones
feroces se clavan
sobre sus maravillas,
colosales, oferentes
que penden y se bifurcan
hacia lo real o el desvarío.
Implorando la caricia
que cae ligera,
apenas un roce
y fácil es aprisionada
entre manos como jaulas
donde se desangra lentamente,
desfogada
por espinas de rosas
que siempre marcan.
Poema que forma parte de la convocatoria "Contamos tres"
de La Mujer de Negro
para la propuesta semanal "Un jueves, un relato"
Gracias Mujer de Negro por invitarme.