Observo detenidamente el reloj de pulsera que adorna mi muñeca izquierda, mi mirada se detiene sobre la hora, las once y diez, subo al auto y atravieso la ciudad a gran velocidad, la noche ha descendido sus brazos fusionándose con mi oscuridad.
Al llegar al castillo ya es media noche, me detengo frente al portal y un escalofrío me envuelve, inspiro largo y prolongado tratando de controlar mis emociones mientras contemplo con atención la figura que se acerca.
El misterioso Caballero Oscuro avanza hacia mí, se posiciona en mi espalda y me coloca un antifaz en el rostro, su cercanía manifiesta sus intenciones. Ahora frente a mí, su mirada cae suavemente deteniéndose en mis labios, el roce de su mano en mi cintura es delicado, pero firme, me guía hacia el salón, en él distingo esencias conocidas departiendo por todo el recinto, música suave y voces indistintas.
Me atrae hacia Él mientras me contempla. Llevo un vestido negro como el abismo, un escote en V con un toque de encaje que corre hacia atrás cubriendo parte de la espalda. Desliza sus manos en mis caderas invitándome a bailar, el calor de su cuerpo hace reacción en el mío volviéndome arcilla. Hay sensualidad en sus movimientos, en la forma de modular su voz y en el roce tibio de su cuerpo contra el mío, al acercarse más puedo ver en el fondo de sus ojos; y cuando lo hago, algo hace clic en mi cerebro, mis ojos vibran con intención de pertenecer, de regalarme sin límites ni tabúes, como un eterno bucle sin retorno.
Susurra en mi oído encendiendo la llama "Haces que la noche sea como un dulce sueño y soñarte despierto es una delicia"; y me entrega una llave antigua marcada con el número dos.
Camino por el corredor de luces violeta, al abrir la puerta, el sonido característico de las bisagras me eriza la piel, la luz es tenue y no me permite ver el fondo de la habitación, el calor de la chimenea empieza a encender mis mejillas cuando percibo frente a mí la figura del Caballero Oscuro, cierro los ojos y me dejo conducir hacia el interior.
Sus manos acarician por encima del vestido, se introducen sin piedad y lo hacen caer dejando al descubierto mi excitación. Lo siento dentro de mis pensamientos, es una sensación que me vuelve vulnerable. Me observa y su mirada humedece mi más íntimo deseo, ruborizada, intento cubrirme, mi cuerpo tembloroso no responde a mi mandato y solo espera paciente que Él avance sobre mí, enhiesto cabalga en mis entrañas amoldándome a su ritmo, su oscuridad me arropa y solo puedo explotar de dicha y rendirme al placer inmenso cuando su magma cae sobre mí. Al despertar, solo recuerdo el dolor de mis rodillas; y un enigmático collar envuelve mi cuello.
© Mujer de Negro
Como cada año, recibí una invitación para asistir al baile de máscaras organizado por DUICE. Agradezco la invitación y la paciencia que ha tenido conmigo en mi publicación tardía, motivos de salud me han tenido alejada.
Gracias, Dulce, por tan cálido recibimiento.