jueves, febrero 06, 2020

Alabanza.

Inmerso en el ardor
se eleva el astro rey
como ídolo en alabanza
que inspira extasiada idolatría
ahondando en la oquedad
de la garganta como ánfora
donde su forma perfecta
se fragua y amplifica.
Solo se rinde
al beso untuoso que honra
en consagración y adoración
la grandeza de su prodigio
desde la boca fervorosa
que clama la albura de su maná
y relame el sabor
de su triunfo diseminado.

domingo, febrero 02, 2020

Máscara.

Cuando la noche se ofrece
eterna y vestida de fiesta
con su banquete dadivoso
de fascinación y misterio.
Se ilumina el salón
revelando el jubilo en los ojos
que como vivos candiles
se encienden de deseo.
Tras la máscara esplendorosa
que engalana la belleza
dulce es el encanto
encarnado en cuerpo de mujer.
Labios de ambrosía
que la sensualidad predican
y la beldad voluptuosa
que bajo el corsé rebosa.
Fragante de gozo se presenta
tendiendo su mano dispuesta a danzar
el baile de los infinitos placeres
sin desear que la mañana llegue.

sábado, febrero 01, 2020

El Baile por Mónica ...

Cuando parecía que el Baile terminaba,
bajo la luz tenue del Salón, un intimo encuentro acontecía.
Y así nos lo cuenta Mónica.

Gracias Moni por unirte al Baile.

Dulces besos.

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Dejarse enredar (I)

Y con la resaca verlo todo claro, como en un tráiler cinematográfico.
-Búscate un traje de época y una máscara. Este año nos apuntamos al baile del casino.
-¿Es estrictamente necesario?
-¡Por supuesto!
Mis primas y sus brillantes ideas.



Llevo en la barra el tiempo de dos caipiroskas. La peña le da al reggaeton. Aún me falta algo más de vodka para entender cómo se lo hacen con esos trajes.
-¡No te he visto bailar Moni!
Me grita una de mis primas, rebotando contra la barra.
-Estabas demasiado ocupada con ese grandullón...
Pero ya no está, salió rodando de nuevo hacia la mole de cuerpos alucinados de bachata. Dos tragos más y me piro.
-Estáis muy sola, señora.
La voz caracolea entorno a mi cuello, discretamente se extiende por el escote del vestido y regresa a su dueño, a mi espalda.
-¿Os parece, caballero?
-Me lo parece, sí. Y tratándose de vos resulta imperdonable.
Reconozco su aroma, esa fragancia tan suya, inconfundible allá donde te encuentres, sobre todo cuando la has tenido casi encima, como ahora mismo.
Sin dejar mi copa, doy la vuelta y le encaro. Tras la máscara veo la suya, afilada sobre el rostro. Cicatriz de metal que seduce, que llama. La sonrisa provocadora invita a lamer esos labios cortados al bies.
-¿Os apetece bailar?
Asiento con la cabeza, tengo curiosidad por saber qué planeó.
-Seguidme pues.
Se escabulle de la barra y escapo tras él. Sorteamos el gentío, a veces me envuelven brazos ajenos y me zafo de ellos. Lo veo enfilar las escaleras que conducen al piso reservado únicamente a los jugadores vip. En el salón abierto, se atenúan las luces, el ritmo lo marcan las caricias vehementes de los que buscaron un rincón para amarse. Él me tiende el brazo, mi mano recala sobre la suya. Minué a dos, vaivén que nos orilla o aleja siguiendo el deep house del momento.


Y el temor a ceder es inmensamente proporcional al deseo que aúlla bajo las enaguas. No quería este chance con él y lo busqué, como adicta al veneno que soy. Que bailemos un tema después de otro, que roce su piel, que sienta sus manos silbando sobre el corsé... me compromete, le compromete... 
Rodear su nuca con mis brazos, adentrarme en él, atraída por el lado oscuro tras su máscara, solo aceleró lo evidente.

© MONICA