"La obra dorada"
Había sido invitada a la obra titulada "El baile de la última noche" en el teatro virtual de Dulce.
Yo estaba algo triste porque no podía asistir, ya que me había hecho un esguince en un pie, pero el Dulce Caballero me dijo que aunque sea asistiera de espectadora. Así que, le hice caso, y él tan atento me llevó en su coche hasta allí, ayudándome a sentar en una butaca de la primera fila.
Siempre me había fascinado el baile que prepara cada año el Dulce Caballero, y éste era el primer año que no podía bailar en el salón, pero a pesar de todo, yo estaba encantada de poder disfrutar del baile de alguna manera, aunque sea como espectadora.
Yo ya estaba impaciente de que se alzara el telón para disfrutar de la sesión, porque el hombre de al lado me estaba poniendo algo nerviosa, ya que no dejaba de mirar mis pechos por entre las gasas de mi transparente vestido.
De repente, llegó la salvación. Se abrió el telón. Y apartó sus ojos de mis pechos para mirar al escenario a la primera dama que comenzó a desfilar por el salón del teatro virtual.
Apareció Auroratris, tan radiante, bella y atrevida, tan llena de Vida. Y el Galante Dulce Caballero salió a recibirla que iba vestido muy elegante con su traje negro y sombrero.
Después apareció en escena otra dama. Era Campirela, tan bella y mágica Hada, brillando envuelta en sueños, sonrisas y fantasías. Y el Dulce Caballero tan cortés fue a recibirla.
Seguidamente apareció Cora, vestida de Ángel, toda belleza, magia y encanto. Y lo mismo hizo el Dulce Caballero, tan galante como siempre, salió a recibirla.
Mientras el hombre que estaba sentado a mi lado seguía despistado, de vez en cuando, clavaba su mirada en mi escote. Por un instante, nuestros ojos se cruzaron, y esta vez me puse más nerviosa al sentir que sus pupilas me acariciaban. Mi respiración comenzó a agitarse, sintiendo mis bragas mojadas. Él pudo percibir mi estado de exaltación. Y pensé: ¡¡¡tierra trágame!!!
En ese momento, salió a escena Albada, preciosa con la máscara, sus rizos y collares, tan Misteriosa. Igualmente, salió el Dulce Caballero a recibirla, y así con todas las damas tan elegantes y bellas que iban apareciendo: Ginebra, tan radiante, con su vestido color burdeos, luciendo esbeltez y Sensualidad por cada poro. Lunaroja como una bella Flor sensual y apasionada. Siby preciosa con su Dulce belleza, Sandra tan Atractiva con un vestido de encaje negro. Milena atrapante, mágica, brillante, tan Cimbreante. Mag tan radiante con su vestido negro como el diablo envuelto en Pecado lleno de arabescos.
Y así fueron llegando al baile todas las invitadas, y comenzó la música. Las damas empezaron a danzar. Se las veía alegres, sonrientes, pletóricas y felices, pasándolo tan bien con el Dulce Caballero, anfitrión de la fiesta virtual, pendiente de ellas y bailando un baile con cada una.
La obra me estaba resultando fascinante y atractiva, con todos sus personajes, tanto fue así que empecé a divagar, colándome en el baile con mis dorados pensamientos.