martes, febrero 14, 2023

La Puerta Secreta.

Por un momento dejó El Salón para buscar la sorpresa prometida en aquella noche. Fue así que sobre una mesa encontró una caja pequeña de color violeta con un lazo blanco. Adoraba sus detalles. Dentro había una llave junto a una nota que decía: "Sé que disfrutas los juegos, y sé que te gustará este. Con esta llave podrás descubrir de qué se trata, solo debes encontrar la puerta a la que corresponde. Mira bien"

Con ávida curiosidad subió por la escalera imaginando muchas posibilidades, solo sabía que la llave correspondía por supuesto a una de las puertas, pero ¿a cuál de todas? Detenerse en ese largo pasillo con puertas de un lado y otro era inquietante, en un lugar así era fácil perderse, como si de un laberinto se tratara. Sin embargo, ciertas estancias parecían llamar e invitar a entrar. Probó en un par de cerraduras sin éxito, hasta que tras cruzar la última puerta notó que había otra mimetizada con el tapiz de un cielo con nubes. Insertó la llave y la puerta se abrió ante su sorpresa y sensación de triunfo.

Era una habitación de luz tenue que la impregnaba de paz y de muchos artilugios sado que sin duda eran utilizados por el anfitrión. Su mirada iba en todas direcciones cuando alguien la sobresaltó al cubrirle los ojos. - Shissss - oyó el susurro en su oído y la agitación se apoderó de ella, sin embargo, no sintió miedo, sabía que si estaba allí era para dejarse llevar en el juego. - ¿Estás dispuesta a jugar? - primero asintió con su cabeza y luego agregó, - Sí, estoy dispuesta -. Tras su respuesta los breteles de su vestido cedieron y este cayó al piso. Quedó desnuda solo llevando un tanga del color preferido del anfitrión.

Él la llevó hasta una mesa donde ella apoyó sus manos sin dejar de estar de pie, comenzó a acariciarla elevando su temperatura corporal. - Separa las piernas - le ordenó al tiempo que palmoteaba sus nalgas con precisión, eso le hizo suspirar profundamente. Sus manos suaves se deslizaban por el interior de sus muslos y palpaban su entrepierna que iba delatando su excitación in crescendo. Dentro de la habitación el baile ya no existía, solo se oía el sonido de cada impacto en su piel que se templaba cada vez más cambiando a una arrebolada tonalidad. La música eran sus gemidos que afloraban como respuesta a las sucesivas palmadas que con experticia Él le prodigaba. Pero todo juego tiene un siguiente nivel, fue cuando le bajó el tanga hasta la mitad de los muslos, mientras ella se inclinaba más hacia delante para entregarse abiertamente.

- Ahora dime lo que eres esta noche para mí - La invasión de sus dedos reptando en su interior no hizo demorar su respuesta.   

© DUlCE



Relato que forma parte de la propuesta "Mira bien; ¿Qué ves?"
del blog "Varietés" de Ginebra Blonde.
También publicado en "Lovely Bloggers" bajo etiqueta © DUlCE.

domingo, febrero 12, 2023

El Baile por Myriam I.

Como sultana de un cuento
asistió al más dulce Baile,
tras mil y una aventuras
pudo encontrar la llave
y a su magnífico sultán.

© DUlCE -


Muchas gracias Myriam.
Besos dulces.



El Baile de máscaras anual de Dulce y la búsqueda de la llave

 

Había llegado casi con retraso a la invitación anual al Baile de máscaras de Dulce, pero llegué al fin. (Muchas gracias, Dulce, es un placer estar aquí). Bien dicen que "más vale tarde que nunca". Debo aclarar que mi retraso no fue por culpa de un coma insulínico ni porque me gané la  lotería del Niño, del Gordo o del Feo. Me demoré simple y llanamente porque tuve que inventar una máscara biométrica y supertónica que se adhiriera a mis anteojos, que por tener un marcado astigmatismo y además hipermetropía y presbicia, sin ellos no veo "un pomo a la vela" y no podría encontrar ninguna llave, tal como le pasó a mi querida amiga TRACY.  

Mi disfraz era muy elaborado, había trabajado en él como proyecto final en el curso de Corte y Confección que había tomado en línea durante los dos años que duró la pandemia, con la idea de abrir mi propio negocio "Confecciones La Aurora y las Mil y una Prendas". Me había sacado la calificación más alta, por lo que me sentía orgullosa y creía poder competir con los modistos de renombre sin contar con el sádico misógeno de Niklas Lager, a quien detesto viceralmente y considero un soberano imbécil de mal gusto, además. 

Mi traje era de Sultana del Imperio Otomano, hecho con  las mejores sedas chinas en tonos verdes esmeralda y tules cuajados de perlas y piedras preciosas.  Las pulseras de oro y piedras engastadas tintineaban al caminar y el collar que hacía juego, brillaba empedrado en mi pecho. Había soñado con ser Hurrem, la esclava rusa emancipada y esposa legal del Sultán  Suleimán "El magnífico". Tan apuesto, él; tan guapo, tan sexi, tan digno. Supuse que lo hallaría en el baile. Estaba segura.  El sultán me  había prometido que iría.  

El anfitrión, Marqués Dulce del Toboso, me recibió con una gran sonrisa y abrazo y su mayordomo me condujo con solemnidad al salón. Allí me encontré con Tracy Correcaminos, Caperucita Roja, la Bella durmiente del Bosque bien despierta, Blancanieves con bronceado caribeño, La fierecilla domada, La novicia rebelde en minifalda, Sor Juana Inès de la Cruz, la Bruja Morgana, El Capitán Alatriste, Aladino, el Mio Cid, Don Quijote y Sancho Panza, Los Piratas del Caribe, el Pato Donald y los 7 enanitos, ¡ah! y Dumbo, el elefante volador. 

Ni rastro de Suleiman. Mi decepción era enorme pero lo disimulé bien por educación, no en vano había sido educada por los Condes de Chateau Vieux. La orquesta en vivo tocaba en ese momento un paso Doble. Me chiflan, los pasos dobles, la verdad sea dicha. Apareció de la nada  el Zorro y me sacó a bailar. Luego el Hombre Araña me invitó a  bailar el baile de la tarántula y no pude resistirme. Más tarde Gardel me invitó a un tango "Mi buenos Aires querido" y se me saltaron las lágrimas, no pude negarme. Cuando terminamos  quise reponerme un poco, necesitaba tomar aire y algo fresco. Dulce me acercó un "destornillador" con mucho hielo. Me lo bebí en un plis plás, entonces me recordó lo de la llave - ¿La buscarás? Me preguntó ilusionado. Cada uno de los invitados busca la suya. 

Afirmé con un gesto rotundo y una sonrisa de par en par. Sin tardanza, la comencé a buscar.

Nada por aquí, nada por allá. Una vuelta más. ¿Suleiman vendrá? La llave no aparece. La casa es grande, hay muchos recovecos. 

- Llave, llavecita ¿Dónde  estás?

Nada por aquí, nada por allá.
De pronto viene Tom, el gato y maúlla en singalés. No le entiendo, miro suplicante a Jerry, el tiempo apremia, el ratón me lo traduce al japonés.  Y el "Google translate" al español. 

Voy a donde Tom y Yerry me indicaron y encuentro una llave que me lleva a una habitación secreta.  La abro y entro en ella. Está muy oscuro. Tratando de encender la luz, me tropiezo y caigo cerca de un mueble, sin querer queriendo, muevo una manecilla y se abre una trampilla. Me asomo y veo una escalera descendente. Tomo un candelabro y enciendo las  velas. Comienzo a descender. Mi ♥ palpita con fuerza. Mi respiración se acelera, transpiro, pero sigo bajando. Cuando llego a la base, inspecciono el lugar. En la pequeña cámara hay un pasadizo, me dirijo a él sin saber a dónde me llevará. El aire se hace denso, tengo miedo. Corro. La salida está cerca. Trato de llegar a ella. No tengo conciencia del tiempo transcurrido. Abro la puerta al final del túnel, ya puedo calmarme. Y ahí lo veo erguido y majestuoso: Estoy en el Palacio Topkapi. Reconozco el Jardin de los naranjos que conduce a los aposentos internos del Harén. La guardia del Sultán patrulla. Camino ligero y decidida. Me encuentro con Aisha, mi esclava de compañía, y el eunuco Sheker Aga que, aliviados, me siguen. 

- Mi sultana ¿Dónde ha estado? Su Majestad, el Sultán, la mandó llamar. La estábamos buscando. 

Hoy, al menos, sus cabezas no rodarían.




Contribución a la convocatoria del Baile de máscaras anual   de Dulce desde su blog "El dulce susurro  de las palabras" y la búsqueda de una llave. 
 
 
 



 
Imágenes de la serie histórica Turca Muhteşem Yüzyıl/Magnificent Century/El Sultán.  Meryem Uzerli en el papel de Hurrem y Halit Ergenç en el del Sultán Suleimán "El Magnífico"

© Myriam

sábado, febrero 11, 2023

El Baile por Verónica I.

Robándole tiempo a la madrugada
asistió a su primera vez en el Salón
su llave le concedió lo más secreto,
lo prometido, dos piezas
de un mismo baile al unísono.

© DUlCE -


Muchas gracias Verito.
Besos dulces.


El baile

Doctora, le han dejado paciente, el del 204 no puede miccionar y requiere una sonda, es un hombre mayor, de 62 años; y el doctor de la guardia anterior no quiso atenderlo.

¡Vamos!, me escucho decir, no sin antes recordar las treinta horas continuas que llevo de guardia y de paso a la madre que parió al doctor anterior que no hizo su trabajo, ¡valiente salida y entrada de año!. Reviso el expediente para ponerme al día. Don Ángel, cómo se siente

Mal, no he podido orinar desde ayer en la noche; y ya es otra vez de noche.

No se preocupe, le colocaremos una sonda para ayudarlo mientras nos llegan sus resultados, va a tener que descubrirse, Don Ángel lo hace.

No se crea, doctora, así como lo ve de arrugadito todavía funciona y me lanza una mirada libidinosa que me incomoda, e insiste en su argumento de su tamaño y vejez. Si yo le contara, este amigo era un roble, frondoso y rebosante

 Haciendo oídos sordos le informo, Don Ángel, esto puede doler

A mi roble nada le duele, pero tenga cuidado al tocarlo, porque es muy coscolino.

Introduzco la sonda sin muchos miramientos, observo en su rostro la sonrisa desvanecida y veo aparecer una mueca de incomodidad, mientras pienso y vuelvo a recordar al anterior doctor.

¿Dolió?

Con una voz salida desde muy hondo articuló algo ininteligible que fue reforzado con un movimiento en negativa de cabeza.

Un líquido concentrado se dejó fluir y Don Ángel empezó a hacer ruiditos extraños, luego de un momento, su cuerpo empezó a relajarse. 

La una y treinta de la madrugada... llega el relevo que me cubrirá por unas horas.

Corro al estacionamiento, en el trayecto, no hago caso al frío demoledor que penetra hasta las entrañas, voy despojando mi cuerpo de su abrigo hasta quedar solo con el quirúrgico, empujo todo al asiento trasero, incluidos los zapatos que ahí, estando de pie, me he sacado.

Detrás del volante voy sacando el resto de las prendas y en un embotellamiento me pongo el vestido, tomo un momento para observarlo, sí, definitivamente, es un vestido fucsia hermoso, el claxon de un desesperado me saca del embeleso y avanzo.

En este castillo de ensueño, entre sus paredes frías camino decidida; y en cada paso con esos tacones que parecen clavos ardientes en mis pies henchidos y doloridos, recuerdo los malabares que tuve que hacer para llegar a (des)tiempo a tu guarida.

Se escucha música resquebrajando las paredes, llenando el ambiente con las cálidas notas, conforme avanzo, una panorámica oscura va engullendo la luz, es como entrar en un túnel, o estar perdida en lo más profundo de la noche, ligeros tonos violeta se degradan, ensombreciendo aún más el recinto.

¡La llave...! me escucho (mal)decir. Aspiro hondo y retengo, resistiéndome a dejarlo salir y así me quedo hasta lo último, al darme vuelta para regresar sobre mis huellas, veo tu rostro sereno y a punto de romperme me dejo caer en tus brazos.

¡Tranquila!; ya estás aquí, anda, busca en la bolsa del pantalón, tengo tu llave secreta

Al abrir la puerta secreta, el sonido de una música avernocelestial se deja sentir, escucho tu voz, como susurro profundo

Te prometí dos bailes al llegar, me dice; y en ese momento envuelve mi cuerpo en su cuerpo, me siento volar... en ese momento me doy cuenta

¡Diantres!, olvidé sacarme el pantalón...

Y mientras, continúa la música


Gracias por la invitación a tu baile, Dulcito

© Verónica