domingo, febrero 02, 2025

El Baile por Nuria de Espinosa.

El Salón la recibió
por primera vez como invitada
y al juego se unió
buscando tras cada puerta
al Dulce Caballero.
Me buscó, me buscó,
pero fui yo quien la encontró

- © DUlCE -


Mi gratitud Nuria por asistir a Mi Baile por primera vez
y hacerlo con estos susurros.
Besos dulces.



El dulce caballero y el castillo

 


En esta nueva propuesta Dulce nos invita a su baile de máscaras. Si quieres unirte entra AQUÍ

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Dulce propone: "El Baile dura varios días y como buen anfitrión me gusta dedicar tiempo a cada invitada, pero en algún momento puedo desaparecer de El Salón, El Castillo posee diversas habitaciones, puedo estar aquí o allá, tal vez en El Confesionario, tal vez en La Habitación Violeta o en La Biblioteca, o en La Habitación Audiovisual, o puedo estar tras La Última Puerta.
Dónde estará el Dulce Caballero anfitrión en ese momento en que lo buscas?"

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En el salón, el baile nunca acaba;
allí la música, es magia y no termina,
entre risas y camisas de seda,
el Dulce Caballero se interesa.

Su rostro es un sueño que se esfuma,
sus pasos, truenos en la llanura;
porque al buscarlo sin premura,
te rodea su ausencia como la espuma.

¿Y si está en el Confesionario?,
ahí las palabras flotan en el pasado,
como un susurro indiscreto,
su corazón reposa en solitario.

O tal vez, en la habitación violeta,
donde los colores danzan sin destino;
él sueña en un rincón, siendo divino,
envuelto en luz, flor y olvido.

En la biblioteca de tiempos perdidos,
se oculta entre páginas de un cuento,
y cada letra, como un paso lento,
te guía hacia misterios incrédulos.

O, en la habitación de proyecciones,
donde el pasado y el futuro se unen,
en imágenes que resplandecen
con suspiros, reflejos y colores.

Mas, si tras la última puerta llamas,
donde la verdad reposa y no engaña,
el aire se vuelve opacidad extraña,
y el Caballero, dulce, te reclama.

"Estoy en cada rincón de tu deseo,
en cada búsqueda, en cada paso incierto.
Mi presencia es un retorno siempre abierto, me encontrarás… cuando menos lo creo."

El Castillo guarda su misterio pétreo,
y en sus pasillos, llenos de silencio,
el Dulce Caballero es como un destello
de presencia y de ausencia en cada invierno.

~Te busco, pero no te encuentro~.


viernes, enero 31, 2025

El Baile por Cora V.

Cuando la magia baila
al son de los deseos
ocurre lo inevitable,
cuando la dulzura llama
el encuentro prometido
se vuelve inolvidable
y así todo sigue siendo.

- © DUlCE -


Mi gratitud Mi Corita por acudir al dulce llamado.   
Besos siempre dulces.
 

Tras la Opacidad


Este año me hice escarcha de un invierno frío y de una lluvia que calaba más allá de los huesos y cuando las ilusiones se desvanecían por torrentes sin medida de la vida, una invitación salía de mi buzón, una carta con un sello violeta, señal de que nadie la había abierto…

Como todos los años, era la invitación del baile de máscaras de Año Nuevo. De parte de un anfitrión que todos conocemos, por sus placeres violetas, su dominancia y a la vez esa dulzura que lo nombra. 

Llegó el día donde hasta el más mínimo rayito de Sol se veía radiante, así como lo era mi figura, con ese vestido frente al espejo, (en el que hacía tanto que no me miraba). En mi pensamiento todo se llenaba de nostalgia al verme en aquel salón, surcando sigilosamente los peldaños de una escalera roja e interminable. 

Qué mejor espera que el Dulce Caballero al fondo, con su mano extendida cruzando su mirada con mi timidez…

Sonaba la música, la gente bailaba engalanada, mientras Él y yo compartíamos risas y recuerdos entre las caricias de sus dedos en mis dedos. Cuando la luz se apagó y en mi lúcida ahora desnudez me volvía su adicción, con el diluvio recorriendo lo que un día fue un indeleble destino.

Nos entregamos a lo inevitable e inolvidable…

No importaba la gente tras la opacidad… Solo Él y yo, y su mano guiando mis pasos con la suavidad de un dulce susurro, donde me decía ven…

Y aún a día de hoy… sigo allí en su piel, en su mirada felina y en lo más profundo de su corazón.

© Cora 

miércoles, enero 29, 2025

El Baile por Auroratris VII.

Dulce fue la Luna
cómplice en la noche
de un juego de sombras,
dulce también fue el secreto
compartido tras la última puerta
guardado en la piel
de quien así lo cuenta. 

- © DUlCE -


Mi gratitud Mi Querida Auro
por responder como siempre a mi invitación
y regalarme tus susurros.
Besos muy dulces con mi cariño.



DULCE LUNA

Desde hace un tiempo que habito en una aldea, a las afueras de la Gran Ciudad. Me refugié en un lugar donde la actualidad llega tarde y mal. Hace unos días regresé a casa para recoger algunos enseres. El buzón estaba a reventar entre folletos de publicidad y ofertas de supermercados. No encontré factura alguna ya que hoy en día todo está informatizado. Recogí el volumen del correo para depositarlo en el contenedor del papel cuando un toque de magia, digámoslo así, hizo que un sobre de color violeta cayera a mis pies. Me deshice del resto y cogiendo dicho sobre me dirigí hacia el interior de mi casa.

No tenía prisa por abrirlo puesto que sabía de quién se trataba. Me preparé un café mientras aspiraba la dulce fragancia que expedía el sobre, a su vez rememoré las distintas ediciones que el Dulce Caballero suele realizar para fin de año. Pese a mi ausencia se había acordado de mi invitación. Algo que agradezco ya que cada vez soy más una sombra.

Di un sorbo al café hasta que decidí abrir el lujoso sobre, tan lujoso como la invitación que había dentro. Preciosa y elegante. No se podía esperar menos viniendo de Él, tampoco el juego que prometía en su interior.

¿Qué planes tenía yo previstos para esta última noche del año? Ah, sí. Ver consumirse el fuego de la chimenea por encima de mis pies, mientras como las uvas y recibo el Año Nuevo. Aposté por cuanto decía la invitación. Mi Reino por una NocheMágica.

Empecé por el atuendo. Comprobar qué podía servir de años anteriores y qué no. El maquillaje debe ser luminoso. El peinado, original y personal. Y lo más importante, el desplazamiento. Me puse manos a la obra. Contraté un coche con su chófer, no me apetecía nada conducir ya que los brindis se sucederían a lo largo de la noche. En menos de 24 horas debía tener todo el conjunto bien armado.

Heme aquí frente a la Gran Puerta del Castillo, imponente e intimidadora. La música suena en el interior traspasando sus muros y poseyéndome. Escucharla es entrar en un ligero trance que me conduce hasta El Salón. La belleza de las invitadas reluce como los diamantes. Ropajes y máscaras. Al final de la escalera siempre está El Dulce Caballero para recibirnos y depositar una palabra amable en nuestros oídos, que dibujará una sonrisa la cual no se borrará en toda la noche.

Retira la capa de mis hombros a la vez que me ofrece una copa de champán. Un ritual ya aprendido. Nuestras cabezas se inclinan en una sutil reverencia. Distingo su mirada a través de su máscara. Esta se dirige hacia el centro del Salón, intuyo que es la invitación para el baile. Acepto. Luego será más difícil coincidir con el anfitrión.

Mi vaporoso vestido se adapta a la armonía de sus pasos. Su mano, adherida a la desnudez de mi espalda, guía con Maestría y Seguridad. No necesito mirar nada más que la oscuridad de sus ojos, un lago oscuro donde me introduzco un Año Más.

El tiempo va desfilando al igual que el resto de las invitadas. El Salón ya está completo. Todas estamos preparadas y equipadas para el Momento de las Campanadas, el cual se produce entre una familiar algarabía. Suenan los besos y los deseos de boca en boca.

Feliz Año Nuevo, Feliz Año Nuevo, Feliz Año Nuevo..., pero ¿Dónde se encuentra El Dulce Caballero? Así es. El juego ha comenzado. Nos recogemos las faldas, unas, en tanto, otras se descalzan para iniciar la búsqueda entre pícaras sonrisas. Nos repartimos por las distintas dependencias del Gran Castillo.

Me dirijo a la primera planta, desde el centro del pasillo visualizo una hilera de enormes puertas. Una igual a la siguiente, así hasta la última. Lo cual hace imposible adivinar qué guarda cada habitación. Las invitadas comienzan a desaparecer, adentrándose en dichos aposentos.

En la segunda planta la penumbra se hace patente. Hay un aroma a violetas que inunda todo el pasillo. El silencio es envolvente y la hilera de puertas se hace presente una vez más. Recorro el largo camino que me separa de una Última Puerta. La escasa luz la hace invisible, pero al avanzar esta se revela diferente a las demás.

Respiro profundamente antes de hacerme con el pomo. Lo giro despacio y la puerta cede al empuje. Era de esperar que la habitación también estuviera en penumbra. Mis ojos ya acostumbrados a la escasa luz constatan que allí no hay nadie. Es un lugar reconfortante. La decoración acorde con el Castillo y su Anfitrión. El cortinaje deja semi oculto un gran ventanal, que da al bello y amplio jardín. La Luz de la Luna dibuja sombras sobre él. Me acerco un poco más, solo ha hecho falta un pequeño movimiento de mi mano para que un rostro se desvele ante mí. La imagen es esta, la tenue luz de la habitación en un lado de su cara, al otro un Rayo de Luna.

Te encontré Dulce Caballero.

En todo juego que se preste siempre hay un premio para el ganador ¿Podéis imaginar cuál fue el mío? El Dulce Caballero tiene un gran abanico de suculentos premios. No digo más.

Abandono el castillo antes de que la Luna se lleve la magia. Me acompañan los acontecimientos allí sucedidos y un Dulce Secreto guardado en mi Piel.

©Auroratris


Susurrado por Auro se disfruta aún más ...