Así como el Sol
devora a la noche
con completa devoción,
te comeré el corazón.
Tengo apetencia,
apetencia de tu viva carne
trémula de goce,
rezumando insaciable.
Lejos de toda premura
absorberé tu esencia divina
en plena vibración.
Tengo apetencia,
apetencia de tu vino
emborrachándome gota a gota,
endulzando tu súplica.