En el punto intermedio
de lo que fue y lo que será
nos entrelazamos físicamente
como nudo infinito.
Te reflejas inversa a mi forma
y yo a la tuya,
equilibrio que reposa
entre lo divino y lo carnal.
Y somos como arena
cediendo al tiempo,
porque lo que es arriba es abajo
renovando el ciclo
de una comunión sagrada.
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“La belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma” (Voltaire)