¿Cuál es tú deseo o fantasía más perversa y oscura?
Aquella fue su pregunta, sin saber que su curiosidad empujaba una puerta dejada entreabierta para que la traspasara. Los juegos de placer siempre suponen derribar límites y requieren querer jugarlos.
Estaba desnuda ante mí, vestida solamente de su timidez, aquella que solo yo sabía vencer y transformar, porque tenía la certeza que acataría mis deseos, consciente y voluntariamente. A medida que el tiempo de espera transcurría, su inquietud crecía.
El sudor cálido le recorría la piel y escurría por los relieves de su cuerpo. Girando al caminar alrededor de ella observaba las gotas resbalando por sus pechos y desembocando en sus pezones erectos. Oía su respiración agitada. La excitación latente se manifestaba en la vibración de todo su cuerpo que, a pesar de ello, no perdía la postura bien aprendida.
Mi mirada se tornó oscura y profunda, la de ella transparente sin poder ocultar sus ansias. Quieta, dominada y postrada, no olvidaba que era la presa. Y el momento de saber la respuesta llegó cuando la puerta terminó de abrirse y una silueta familiar apareció tras ella.
Toda fantasía que cruza a la realidad nos encadena.
© DUlCE
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“La belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma” (Voltaire)