De luz
transmutada en la emoción
que la devuelve a la raíz
del todo inmaterial
en un abrazo atemporal.
De paz
que
blinda su caos,
el que nadie conoce,
el que habla en silencio
y guía su intuición.
De mar
que libera su espíritu
en la ingravidez sensorial
intensa en su valor,
inmensa en su dimensión.
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“La belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma” (Voltaire)