jueves, febrero 27, 2025

Vernal.

Se esconde la flor,
se oculta
del júbilo vernal,
de la algarabía de sentimientos,
de ese disfrute que desata
cuando los favores de los placeres
bailan en su honor,
porque cuando ella aparece
mi carnaval estalla.

Poema que forma parte de la propuesta "Carnaval 2025de Tracy
para la convocatoria semanal "Un jueves, un relato".
Gracias Tracy por la invitación.

lunes, febrero 24, 2025

Ondulación.

Surcar
el mar de tu piel
siendo bajel
que despliega sus velas
a favor de tu ondulación.
Oscilante
de punta a cabo
entre el tempestuoso oleaje
que crece en tu interior.
Para zozobrar
inundado de tus aguas
profundas y cálidas,
desbordadas en mareas
por tus espumosas orillas.

miércoles, febrero 19, 2025

Fraguada.

Una palabra define
el primer factor
de una perfecta ecuación
tal como se descubrió
ante mis ojos.
El inicio
de una triple espiral
descubierta en el insomnio,
lo que nadie vio,
lo que nadie verá.
Marca fraguada
de tinta indeleble
sobre el vasto edén,
a mí
lo que es de mí.

viernes, febrero 14, 2025

Encuentro.

Organizar Mi Baile ya es una tradición, mis invitadas lo esperan con ansias y yo de la misma forma espero ver cómo me sorprenderán un año más. El Baile ya ha trascendido los muros de mi Castillo y se habla de él en muchos otros sitios. Por ello nada puede quedar al azar.

Un año más todo estaba dispuesto para recibir a las elegidas para esta ocasión, algunas ya eran habituales asistentes y conocían cada recoveco de mi Castillo, otras asistirían por primera vez y yo, como era habitual, las atendería personalmente a todas. 

Así inició un nuevo Baile, con la expectación de siempre a pesar de ser ya la novena edición. Las invitadas comenzaron a llegar, la música ya llenaba las estancias y pronto el juego preparado para la ocasión comenzó.

Entre la algarabía del festejo nadie advirtió cuando desaparecí, hasta que Ella notó mi ausencia y pronto las demás. El desafío era encontrarme, algunas subieron las escaleras abriendo cada puerta en el pasillo. Cada habitación tiene el poder de recrear la fantasía de la invitada, fue así que muchas me encontraron en la Biblioteca, otras en La Habitación Violeta, algunas tras La última puerta. En todas estuve presente, el ser Vampiro me permite moverme anticipando el momento. Pero Ella sabía dónde buscarme y logró encontrarme vislumbrando parte de mi rostro más allá de la máscara. Sus ojos que iluminaban ya la sombría habitación se reflejaron en los míos atentos a cada detalle de su belleza. La complicidad era el mejor lenguaje entre nosotros y también el tacto de las manos deslizándose por sus hombros descubiertos, allí posé ligeramente mi boca y ella respondió con un suave gemido que por un instante cortó su respiración. 


No hacía falta palabras cuando ya nos lo decíamos todo a nuestra manera, y todo sucedería en esa habitación antes de que el Baile concluyera. Cada encuentro era solo un momento y al mismo tiempo era la eternidad.

Mis labios descendieron por su hombro y mis manos tomaron ventaja por su cuerpo, las suyas invadían el íntimo rincón bajo mi pantalón, la palma de su mano se deslizó por mi miembro que le respondió con vigor. Liberarlo fue el siguiente paso. Cada acción era una apuesta y la siguiente que le sucedía era más alta elevando el listón. En ese reto constante los besos y caricias encadenaban nuestros cuerpos que se acoplaban de manera perfecta, tal como aquella joya que Ella llevaba a petición mía.

Su mirada me pedía más y solo bastó un gesto para que Ella adoptara la posición que sabía era mi preferida, verla así era una visión perfecta que agitaba todos mis más perversos deseos. Ante esa incitación le di una nalgada que le hizo temblar, sus labios suaves se abrieron, sujeté sus caderas firmemente y me hundí en Ella que arqueó su cuerpo y mordió su labio queriendo acallar lo inevitable.

Me había encontrado, nos habíamos encontrado, el ritmo fue in crescendo desde lo suave hasta lo tortuoso y nuestro baile parecía interminable. La joya seguía en su sitio y yo no quería dejar el mío. Al final, aún dentro de Ella, susurré su nombre, el que solo yo conozco ...

- © DUlCE -

miércoles, febrero 12, 2025

El Baile por Marina VI.


Finalmente llegó
venciendo a la duda,
vestida de nubes
y acompañada de la Luna.
De mi mano se dejó llevar
y ya no le bastó
con solo mirar.
 
- © DUlCE -


Muchas gracias Marina
por no perderte Mi Baile y llegar a la cita.
Besos dulces con mi cariño.

VESTIDA DE NUBES Y LUNA


Llegó por el aire cubierta de nubes, jugando con la luna, una invitación juguetona y traviesa. No se detuvo en el buzón, eso habría sido demasiado mundano, se coló por debajo de la puerta, empujada por un viento suave y amistoso que la elevó por encima de la lámpara. Allí me la encontré, de conversación con las arañas.
"VEN AL BAILE". El baile, así, sin más aditamentos ni nombres añadidos. Con nombre propio y único.
Este año mi mente estaba perdida en una bruma recóndita y pensamientos entristecidos, pero mi curiosidad es quien manda y su poder no se discute...solo fui a mirar.

Con mi escoba nueva, recién estrenado, veloz, silenciosa, repleta de extras y opciones increíbles, llegué, sin ser vista, al Castillo imponente, cuyas torres se perdían en la elevada negrura de la noche.
Carruajes impresionantes cubrían el largo sendero, de ellos bajaban damas semiocultas por máscaras, capas y crujidos de sedas, sólo las risas y los murmullos nerviosos destrozaban los silencios de la noche.

Y comenzó el baile. Sentí cómo los pentagramas con sus notas saltarinas y sus acertadas claves, volaban de la orquesta a la ventana, vi, cómo se abrían las hojas cristalinas formándose un camino ligero, inestable y , ciertamente incitador de sensaciones.
Alguien lo observaba todo con cierta impaciencia.

Un lacayo enfadado por mi presencia me llamó por mi nombre, cosa que me dejó perpleja. Me comunicó que tenía que entrar ya porque las puertas se cerrarían en pocos minutos.
Miró mi escoba y mis ropajes de bruja nocturna y su mohín indicó que no aprobaba mi aspecto.
 
Me di cuenta que de nada iba a servir decirle que solo iba a mirar, que no tenía intención de entrar... 

Miré el camino musical y me decidí. Ante la atónita mirada del guardián de la puerta el conjuro  hizo su función y un vestido de nubes y rayos de luna se apoderó de mi cuerpo y, cuál Cenicienta, con unos zapatos de cristal, me subí a la clave de sol y entré al baile.

El Caballero del sombrero de copa me agarró de la mano y tiro de mí, escaleras arriba 
- Ya sabía que entrarías, está en tu naturaleza.
Qué podía decirle, sino dejarme llevar. Abrir aquella puerta al final de la escalinata, que esconde secretos y pasiones, sentir y disfrutar la música, preludio de una gran noche.

© Marina

lunes, febrero 10, 2025

El Baile por Tracy III.

De mi color favorito
se vistió para complacerme,
no la detuvo la lluvia,
ni tampoco el tiempo
solo las puertas
que le privaron
de un dulce encuentro.

- © DUlCE -


Mi gratitud Tracy
por traer tu buen humor a Mi Baile.
Un beso dulce.


EL BAILE DE DULCE


 Como la magia todo lo puede he conseguido retrasar el reloj hasta el día 31 de diciembre y recibir al nuevo año 2025 como se merece, asistiendo a tu baile de fin de año.

Voy a recoger mi invitación y enterarme de las normas de protocolo que habías puesto, si es que las hubiera.


parece que no hay normas así es que voy a probarme un vestido   morado, porque sé que ese color te gusta mucho, a ver qué tal me está, porque los excesos navideños se han dejado notar.
 En último lugar llevaré el antifaz y el paraguas, que para ambos no se necesita tener en cuenta la báscula.







Ya me lo probé y me está perfecto.
Voy para el Palacete. 
¡Vaya....! la puerta está cerrada, no me ha servido de nada venir lo monísima que vengo. Se conoce que tus lacayos se han ido a dormir pensando que ya no llegaría nadie.
Por favor no les amonestes demasiado, que lo de encontrarles sustitutos, está poniéndose difícil, además he sido yo la que me he pasado llegando un mes más tarde de lo previsto. 
Lo que siento es que con lo "terminaíta" que he venido, no me vas a ver y te advierto que mejor que sea así  porque me está lloviendo lo que no estaba previsto y el paraguas de encaje que elegí para la ocasión deja pasar el agua como si fuera que un colador.
Así que me voy a casa  y espero llegar a tiempo al próximo baile que me invites, que será el de Carnaval ¿no?
Mil disculpas. 
Con cariño

sábado, febrero 08, 2025

El Baile por María II.

Robándole minutos al tiempo,
queriendo anticiparse
a las campanadas
asistió al encuentro
que le quitaba el sueño,
pero un año más
se resistió
a cumplir su más dulce deseo.   
 
- © DUlCE -


Mi gratitud María por a pesar de todo
intentar llegar a tiempo :)
Besos dulces.


SIEMPRE TARDE.

Como cada año, las campanadas de media noche la pillarían corriendo escaleras abajo sobre aquellos altísimos stilettos que si no los llevara enfundados en sus pies, parecían brillantes punzones de hielo… Antes de salir, retiró con un gesto felino la espesa melena que chorreaba sobre sus hombros. Sujetó con las dos manos el escote palabra de honor y tiró fuerte de su ajustadísimo vestido hacia arriba. Luego, cogió apresuradamente su bolso de mano, cerró tras de sí la puerta y corrió hacia su coche. Encendió el contacto, pisó el acelerador hasta el fondo y mientras con el volante dibujaba la línea central de la carreta y sus ojos se acostumbraba a la oscuridad de la noche, su cabeza intentaba encontrar una excusa creíble que justificara el por qué de su retraso. No sabía explicar por qué le imponía tanto aquel enorme León, que sin embargo resultaba extremadamente amable, dulce y cercano. Su mirada noble, le confería la certeza de que nada malo podía ocurrir a su lado y a la vez, su presencia le intimidaba. No se sentía cómoda ante alguien tan exultante y seguro de sí mismo, esa sensación le generaba inseguridad y por eso, posponía una y otra vez, aquel encuentro desde hacía tanto. Pero aquella invitación era ineludible y esta noche, por fin se encontrarían.

Sabía que a la invitación acudirían más invitados, lo que no sabía era si todos coincidirían a la vez y en el mismo lugar o aquel misterioso León, les tendría preparada alguna de sus enigmáticas sorpresas. Cada vez que las ruedas perfilaban una curva, el chirrido de los frenos rompía la quietud de aquella apacible noche y su mente se zambullía en todo tipo de especulaciones sobre lo que podía esperarle al llegar .. Quizá al abrirse el enorme portón de la mansión a la que se aproximaba, la inundaría el brillo y bullicioso sonido de la multitud – pensar esto le daba tranquilidad- o por el contario, al abrirse aquella pesada puerta el silencio rasgara la oscuridad tenue en la que debería adentrarse conteniendo la respiración… Tal vez al llegar, acudirían a su encuentro sus queridas MARINA, MILENA, MARÍA DORADA y AURO…¡hacía tanto que no las veía! ¡Debió llamarlas antes de salir!.. ¿por qué no lo hizo? Siempre a última hora, sin tiempo… Siempre deslizándose de puntillas sobre el filo de la navaja.. En fin, en pocos minutos sus dudas se despejarían .. Encaró la última curva y enfiló la recta que ascendía por la pendiente que apareció tras la enorme verja que daba acceso a la finca. Aparcó y salió del coche.

Se sorprendió al no ver ningún vehículo aparcado en la inmensa explanada que se extendía frente a la imponente mansión. Respiró hondo y comenzó a caminar clavando decidida sus afilados tacones sobre aquella gravilla resbaladiza. Las estrellas jaspeaban un cielo tan negro como su vestido. El brillo de la luna se reflejaba en sus hombros, el vertiginoso escote de su espalda y las piernas que asomaba alternativamente por la infinita abertura del vestido y aun más cuando ascendió las escalinata ..
Su corazón trotaba y sentía su pulso acelerarse…

Por fin llegó hasta la puerta y sus ojos se agradaron clavándose en lo que vio.

Una pequeña nota con caligrafía inglesa, escrita a plumilla se balanceaba con la suave brisa que corría en ese instante … y atónita leyó:

“ María, llegas con una semana de retraso. El próximo año -si es que te invito- te indicaré fecha y hora, una semana antes para que llegues a tiempo, desastre! ”.

© María

jueves, febrero 06, 2025

El Baile por Cléia Fialho.

Una nueva invitada
llegó a El Salón
con una sonrisa de provocación,
las máscaras nada ocultaron,
tampoco las intenciones
y la noche la colmó
de dulces sabores.

- © DUlCE -


Mi gratitud Cléia por disfrutar
doblemente de Mi Baile.
Beijos doces.


MÁSCARAS Y DESEOS (Versión 1)

La música se extendió por la habitación como un susurro insinuante, una invitación al pecado. Las velas ondeaban en candelabros dorados, proyectando sombras danzantes sobre los rostros enmascarados que se deslizaban sobre el mármol negro. El perfume de las rosas y el vino se mezclaba con el calor de los cuerpos que seguían el ritmo de los violines.

Ella estaba allí, en lo alto de la escalera, una visión envuelta en seda carmesí. La máscara dorada cubría parte de su rostro, pero sus labios rojos delataban una sonrisa de promesa. Sus ojos escudriñaron la habitación, buscando a quien llevaba semanas enviándole cartas llenas de secretos y provocaciones.

Y entonces, llegó. Un hombre alto, con un impecable traje negro, una máscara plateada que ocultaba su identidad. Sus ojos, sin embargo, eran imposibles de ignorar. Se aferraron a ella con la certeza de quien ya sabía el desenlace de esa noche.

Descendió, lentamente, cada paso era un desafío mudo. Cuando lo encontró, le tendió la mano enguantada y, sin dudarlo, ella aceptó. Bailaban como si fueran los únicos en ese baile, sus cuerpos en un juego de acercamientos y escapes, chispas invisibles ardiendo entre los dos.

Sus dedos se deslizaron suavemente por su cintura, presionándola contra él. Un cálido aliento rozó su oído mientras murmuraba:

"Has venido.

Ella sonrió, oscilando entre la rendición y la provocación.

"Y tú me esperaste.

Sin más palabras, la alejó de la multitud, a través de los pasillos decorados con tapices y secretos. Un toque en la puerta de madera maciza se abría a una habitación iluminada solo por la luz parpadeante de la luna.

Allí, donde podían caer las máscaras, las miradas se hacían más intensas, las caricias más audaces. Sus labios tomaron los de ella con urgencia contenida, mientras las finas telas se deslizaban como promesas rotas hasta el suelo.

Esa noche, entre los susurros del baile y el escalofrío del amanecer, no importaban nombres ni rostros. Solo los cuerpos, la piel y el deseo que incendiaron la oscuridad.

© Cléia Fialho



MÁSCARAS DEL DESEO (Versión 2)

El salón era un océano de sombras y promesas. La música serpenteaba por el aire, un murmullo seductor entre los cuerpos enmascarados que se deslizaban bajo la luz parpadeante de los candelabros. Los susurros y las miradas secretas llenaban la habitación de una tensión que vibraba en la piel.

Ella estaba allí, vestida de seda roja, la máscara dorada ocultaba su identidad, pero no el hambre en sus ojos. Lo estaba buscando. Durante semanas le habían ido llegando cartas llenas de promesas, escritas por manos que conocían cada uno de sus caprichos. Palabras que le incendiaron la piel incluso antes de ser susurradas.

Entonces, lo sintió incluso antes de verlo. Un perfume amaderado, una calidez demasiado cercana, una mirada que la desnudaba sin vergüenza. Él estaba detrás de ella.

—Has venido. La voz profunda se deslizó por la nuca, tan cerca que le hizo perder el aliento.

Ella sonrió, sintiendo que el escalofrío se extendía por su piel.

—¿Por qué huir de lo inevitable?

Deslizó un dedo por su hombro desnudo, un toque ligero, pero que ardía como brasas. En silencio, la tomó de la mano, alejándola del vestíbulo.

El corredor era una invitación al peligro. El sonido de la fiesta se hizo lejano mientras él la apoyaba contra la fría pared, el contraste entre el mármol y la calidez de su cuerpo le arrancó un suspiro.

—Ya sabes cómo termina esta noche... —murmuró, rozándose el cuello con los labios—.

Jadeó al sentir que sus dientes presionaban ligeramente contra su piel, un mordisco sutil, una advertencia de todo lo que estaba por venir. Las mascarillas seguían cubriendo sus rostros, pero nada más los separaba.

Sus manos se deslizaron por el pliegue de su cadera, tirando de ella contra él. Ella sintió la innegable rigidez de su deseo y le correspondió con un roce de cuerpos que le hizo contener la respiración.

Levantó la pierna, envolviéndola alrededor de su cintura, y apretó su cuerpo contra el de ella, sus labios explorando, chupando, mordisqueando cada trozo de piel que pudieron encontrar.

—Dime que pare... —bromeó, deslizando los dedos por debajo de la fina tela de su ropa, trazando caminos prohibidos.

Pero ella no quería que se detuviera. Nunca quiso.

El deseo los consumía como el fuego. Las manos inquietas arrancaron los últimos vestigios de seda y misterio, y luego, allí, entre sombras y suspiros, se perdieron el uno en el otro.

Y cuando finalmente cayeron las máscaras, ya no importaba quiénes eran, solo el placer compartido en esa noche sin nombre, sin mañana.

© Cléia Fialho

martes, febrero 04, 2025

El Baile por Maia.

Nerviosa llegó a El Salón
para su primer Baile
con el Dulce Caballero,
inquieta ante el encuentro
pronto los dulces arrullos 
se adueñaron de su deseo
y ante la profunda mirada
dos piezas dócilmente
cedieron.

- © DUlCE -


Mi gratitud querida Maia por aceptar la invitación
y regalarme tu presencia en Mi Baile.
Besos dulces.


UNA PROFUNDA MIRADA

Jugaba con el borde de la copa, un poco distraída, un poco incómoda, me situé en uno de los extremos de ese amplio y místico salón; y pensaba... ¿Por qué me puse este atuendo de dos piezas; y la blusa...?, me hace cosquillas, ¿Es el atuendo?, ¿O soy yo que estoy nerviosa?; y discretamente trataba de acomodarla jalando un poco de un lado y acomodando el otro, olvidándome por momentos que estaba en el salón de ese enigmático castillo.

Él llegó detrás, su voz se sintió como un arrullo

— Maia, ¿Cuándo dejarás de pelear con esa blusa?
— No lo sé, no me doy cuenta, decía mientras pensaba si había sido tan obvia 
— Es linda 
— Lo es
— ¿Y por qué la compraste?
— No; yo, no, no sé, fue de último momento no pensaba asistir a tu baile 
— Vaya, pero estás aquí, ¿Por qué no te gusta?, te sienta bien 
— Es bonita, no sé 
— !Quítatela!
— ¿Qué dices?
— Ah, ¿no me escuchaste?, te ves preciosa pero es una blusa que me resta de tu atención, te siento incómoda, tu hombre no tiene problema con eso, pues quítatela 
— ¿Mi qué?, ¿Qué?, no; yo, ¿Qué?, ¿Qué dices?
— Dije "tu hombre", así, sencillito; sin esperar reciprocidad, -pero claro que la deseo-, soy tu hombre porque así lo siento, así lo quiero, nada, ¡quítatela!, ¿o quieres que lo haga yo?.

El Dulce Caballero me sostuvo la mirada, su rostro parecía un poema.

© Maia.

domingo, febrero 02, 2025

El Baile por Nuria de Espinosa.

El Salón la recibió
por primera vez como invitada
y al juego se unió
buscando tras cada puerta
al Dulce Caballero.
Me buscó, me buscó,
pero fui yo quien la encontró

- © DUlCE -


Mi gratitud Nuria por asistir a Mi Baile por primera vez
y hacerlo con estos susurros.
Besos dulces.



El dulce caballero y el castillo

 


En esta nueva propuesta Dulce nos invita a su baile de máscaras. Si quieres unirte entra AQUÍ

                 Encuéntrame ...

Dulce propone: "El Baile dura varios días y como buen anfitrión me gusta dedicar tiempo a cada invitada, pero en algún momento puedo desaparecer de El Salón, El Castillo posee diversas habitaciones, puedo estar aquí o allá, tal vez en El Confesionario, tal vez en La Habitación Violeta o en La Biblioteca, o en La Habitación Audiovisual, o puedo estar tras La Última Puerta.
Dónde estará el Dulce Caballero anfitrión en ese momento en que lo buscas?"

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En el salón, el baile nunca acaba;
allí la música, es magia y no termina,
entre risas y camisas de seda,
el Dulce Caballero se interesa.

Su rostro es un sueño que se esfuma,
sus pasos, truenos en la llanura;
porque al buscarlo sin premura,
te rodea su ausencia como la espuma.

¿Y si está en el Confesionario?,
ahí las palabras flotan en el pasado,
como un susurro indiscreto,
su corazón reposa en solitario.

O tal vez, en la habitación violeta,
donde los colores danzan sin destino;
él sueña en un rincón, siendo divino,
envuelto en luz, flor y olvido.

En la biblioteca de tiempos perdidos,
se oculta entre páginas de un cuento,
y cada letra, como un paso lento,
te guía hacia misterios incrédulos.

O, en la habitación de proyecciones,
donde el pasado y el futuro se unen,
en imágenes que resplandecen
con suspiros, reflejos y colores.

Mas, si tras la última puerta llamas,
donde la verdad reposa y no engaña,
el aire se vuelve opacidad extraña,
y el Caballero, dulce, te reclama.

"Estoy en cada rincón de tu deseo,
en cada búsqueda, en cada paso incierto.
Mi presencia es un retorno siempre abierto, me encontrarás… cuando menos lo creo."

El Castillo guarda su misterio pétreo,
y en sus pasillos, llenos de silencio,
el Dulce Caballero es como un destello
de presencia y de ausencia en cada invierno.

~Te busco, pero no te encuentro~.