Finalmente llegó
venciendo a la duda,
vestida de nubes
y acompañada de la Luna.
De mi mano se dejó llevar
y ya no le bastó
con solo mirar.
- © DUlCE -
Muchas gracias Marina
por no perderte Mi Baile y llegar a la cita.
Besos dulces con mi cariño.
VESTIDA DE NUBES Y LUNA
Llegó por el aire cubierta de nubes, jugando con la luna, una invitación juguetona y traviesa. No se detuvo en el buzón, eso habría sido demasiado mundano, se coló por debajo de la puerta, empujada por un viento suave y amistoso que la elevó por encima de la lámpara. Allí me la encontré, de conversación con las arañas.
"VEN AL BAILE". El baile, así, sin más aditamentos ni nombres añadidos. Con nombre propio y único.
Este año mi mente estaba perdida en una bruma recóndita y pensamientos entristecidos, pero mi curiosidad es quien manda y su poder no se discute...solo fui a mirar.
Con mi escoba nueva, recién estrenado, veloz, silenciosa, repleta de extras y opciones increíbles, llegué, sin ser vista, al Castillo imponente, cuyas torres se perdían en la elevada negrura de la noche.
Carruajes impresionantes cubrían el largo sendero, de ellos bajaban damas semiocultas por máscaras, capas y crujidos de sedas, sólo las risas y los murmullos nerviosos destrozaban los silencios de la noche.
Y comenzó el baile. Sentí cómo los pentagramas con sus notas saltarinas y sus acertadas claves, volaban de la orquesta a la ventana, vi, cómo se abrían las hojas cristalinas formándose un camino ligero, inestable y , ciertamente incitador de sensaciones.
Alguien lo observaba todo con cierta impaciencia.
Un lacayo enfadado por mi presencia me llamó por mi nombre, cosa que me dejó perpleja. Me comunicó que tenía que entrar ya porque las puertas se cerrarían en pocos minutos.
Miró mi escoba y mis ropajes de bruja nocturna y su mohín indicó que no aprobaba mi aspecto.
Me di cuenta que de nada iba a servir decirle que solo iba a mirar, que no tenía intención de entrar...
Miré el camino musical y me decidí. Ante la atónita mirada del guardián de la puerta el conjuro hizo su función y un vestido de nubes y rayos de luna se apoderó de mi cuerpo y, cuál Cenicienta, con unos zapatos de cristal, me subí a la clave de sol y entré al baile.
El Caballero del sombrero de copa me agarró de la mano y tiro de mí, escaleras arriba
- Ya sabía que entrarías, está en tu naturaleza.
Qué podía decirle, sino dejarme llevar. Abrir aquella puerta al final de la escalinata, que esconde secretos y pasiones, sentir y disfrutar la música, preludio de una gran noche.
© Marina
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“La belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma” (Voltaire)