Nerviosa llegó a El Salón
para su primer Baile
con el Dulce Caballero,
inquieta ante el encuentro
pronto los dulces arrullos
se adueñaron de su deseo
y ante la profunda mirada
dos piezas dócilmente
cedieron.
- © DUlCE -
Mi gratitud querida Maia por aceptar la invitación
y regalarme tu presencia en Mi Baile.
Besos dulces.
UNA PROFUNDA MIRADA
Jugaba con el borde de la copa, un poco distraída, un poco incómoda, me situé en uno de los extremos de ese amplio y místico salón; y pensaba... ¿Por qué me puse este atuendo de dos piezas; y la blusa...?, me hace cosquillas, ¿Es el atuendo?, ¿O soy yo que estoy nerviosa?; y discretamente trataba de acomodarla jalando un poco de un lado y acomodando el otro, olvidándome por momentos que estaba en el salón de ese enigmático castillo.
Él llegó detrás, su voz se sintió como un arrullo
— Maia, ¿Cuándo dejarás de pelear con esa blusa?
— No lo sé, no me doy cuenta, decía mientras pensaba si había sido tan obvia
— Es linda
— Lo es
— ¿Y por qué la compraste?
— No; yo, no, no sé, fue de último momento no pensaba asistir a tu baile
— Vaya, pero estás aquí, ¿Por qué no te gusta?, te sienta bien
— Es bonita, no sé
— !Quítatela!
— ¿Qué dices?
— Ah, ¿no me escuchaste?, te ves preciosa pero es una blusa que me resta de tu atención, te siento incómoda, tu hombre no tiene problema con eso, pues quítatela
— ¿Mi qué?, ¿Qué?, no; yo, ¿Qué?, ¿Qué dices?
— Dije "tu hombre", así, sencillito; sin esperar reciprocidad, -pero claro que la deseo-, soy tu hombre porque así lo siento, así lo quiero, nada, ¡quítatela!, ¿o quieres que lo haga yo?.
El Dulce Caballero me sostuvo la mirada, su rostro parecía un poema.
© Maia V.
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“La belleza complace a los ojos; la dulzura encadena el alma” (Voltaire)