Te descubrí como se descubren las cosas más hermosas, sin pretender encontrarte, simplemente mi mirada se posó sobre tu femenina belleza, en ese halo que te envuelve y hace percibir tu más íntima esencia.
Porque eres tal y como te muestras, con la verdad en tus ojos donde se cobija la transparente inocencia.
Justo allí donde se encuentra la mujer y habita la niña.
Y en cada paseo me dediqué a observarte, de cerca, atento a todo cuanto desprendías entre tus pasos. En la estela de tu perfume y entre la melodía de tu quieta melancolía bajo una lluvia espesa, esperando sin saber a quien dibujaría tu sonrisa entre los vértices de tus labios.
Sólo el tiempo silencioso y paciente vio nacer las horas plenas, las miradas que atraviesan, los roces que acarician, las manos que se aprietan entre dedos que se entrelazan y se sujetan.
Los besos más allá de la piel y las palabras que estremecen cuando nacen desde lo más profundo para tocar como nadie antes lo hizo.
Quién puede entender el reencuentro de las almas nacidas para estar juntas sin importar el lugar ni el tiempo, quién puede explicar la coincidencia de los momentos o los pensamientos que se anticipan.
Quién puede saber lo cierto de la magia de un amor ...
Sólo el mismo sentimiento ...
Concentrado en la manera en que me sonríes, tan plena cuando todo lo llenas con la dicha que inspiras en mí al saber que este amor, sin importar lo que venga, es para siempre. Porque somos almas gemelas en un mismo vuelo eterno. Tú Mía, como aire que respiro y que me colma de vida.
Yo Tuyo, como respuesta a tus preguntas, como cobijo de todas tus tormentas, y de la manera en que quiero serlo y soy ...
... Infinitamente Tuyo.
Te Amo.